El hervidero que a los once minutos de iniciado el encuentro reclamaba sangre, sudor y lágrimas para salir del terreno farragoso, llegó más calmado a los noventa luego de un arrebato de amor propio que terminó en empate. No hay caso, el arquero está verde, la defensa es un colador, el medio no genera fútbol y la ofensiva sólo pone ganas. Así no hay conductor que aguante. El panorama parece desolador a poco de echar sobre la mesa las cartas para jugar el semestre. Se entienden, entonces, las declaraciones del entrenador que apuntan a sincerar las perspectivas. Demasiado pronto para tirar la toalla o apertura de paraguas por si las moscas. Da igual. Lo cierto es que el crudo reconocimiento de una realidad desfavorable sumerge las pocas expectativas en un abismo sin retorno en el prólogo del certamen.
Después de todo tampoco está mal reconocer que en tiempos de estrechez los pactos pueden resultar una alternativa provechosa para ambas partes, aunque sean en detrimento de los anhelos de la mayoría. La situación económica apremia y la urgencia por una venta necesita de la exposición de los purretes. No importa relegar ambiciones, el interés pasa por mostrar las ofertas para colocarlas, esta vez sin exigencias de destino. En contraprestación, y ante las consecuencias, el respaldo y el ofrecimiento de renovación sostienen la fachada del apócrifo proyecto. Para disimular, los constantes cambios en busca de un funcionamiento más o menos regular le alargan la vida al ciclo. El entrenador no persigue la inmolación por la inmolación misma, pero habrá que ver hasta dónde la dirigencia aguanta la presión de las enardecidas gradas.
Acostumbrada al sistema, la afición ya sabe con qué se va a encontrar si la cosa no arranca. Salida obligada, lamentos de ocasión, despedida con agradecimiento y que pase el que sigue, siempre dentro del perfil estipulado por la falsa pertenencia. Que la historia se repita, con diferente protagonista, no afecta en lo más mínimo a quienes atesoran intereses que traspasaron la frontera institucional. Mientras no se vea afectada su permanencia, la del cuerpo técnico es simplemente una circunstancia fortuita. Viéndolo desde sus mezquinas perspectivas, hasta un lado positivo asomaría. Un nombre nuevo genera renovadas ilusiones, tantas como para tener a todo el mundo entretenido en la búsqueda y posterior designación. Al parodismo rastrero le servirán en bandeja nueva tela para cortar y la calesita seguirá girando sin mayores sobresaltos.
APOSTILLAS
Tiempo límite. Ni lerdo ni perezoso, el excelentísimo señor presidente salió a ratificar el rumbo para llevarle tranquilidad al capitán del barco y de paso, fiel a su estilo, sentar presencia. "Los malos resultados no deben hacernos perder de vista los objetivos que tenemos", monologó entre sus acostumbradas barrabasadas. Ya corren las apuestas para saber cuándo se desdice.
Misión imposible. La oposición se presentó con un oficial de justicia a requerir una serie de documentos financieros, comerciales y económicos referidos al quehacer institucional. ¡Oh casualidad! nada estaba donde debía estar. Los socios son los dueños del club pero que ni se les ocurra aparecer para pedir información porque el gran bonete salió de licencia indeterminada.
Un cacho de cultura. Las expresiones empleadas por el impresentable vice para atacar al líder de la contra lo pintan de cuerpo entero. Devoto televidente de programejos de cuarta, no tuvo mejor idea que apelar a un léxico de baja estofa para intentar una descalificación que rebotó como pelota de goma. Ciertas expresiones hablan más mal de quien las regurgita que del destinatario.
Nunca digas nunca. En medio de una tórrida polémica, el goleador histórico salió a decir que no dijo lo que dijo. Ahora resulta que dejó un lugar donde nunca estuvo, que se llevaba fenómeno con quien no soportaba, que no se fue molesto pero que algo le molestó, que va a convertirse en lo que siempre aborreció y que volverá y será millones. Tarea cumplida, dudas despejadas.
viernes, marzo 08, 2013
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