jueves, mayo 17, 2012

Como alma en pena

Si de limitaciones se trata, la impotencia de no saber cómo vulnerar a un rival que durante setenta minutos jugó con uno menos delinea una realidad irrefutable. Las aspiraciones pueden anidar en un saco sin fondo, sólo hasta que las capacidades tiran la toalla. A los ojos de los más optimistas, las chances todavía no están del todo agotadas; sin embargo, fue el propio entrenador quien decretó el final de la carrera. Siguiendo la sensata línea que tendió desde su llegada, en la trastienda, destacó la voluntad de sus dirigidos y los méritos del adversario, puntualizó errores y aclaró, para los acelerados, que con vistas al próximo torneo todos los integrantes de la fanfarria -buenos, malos y horribles- "van a tener la posibilidad de jugar y demostrar". Una sutil forma de explicar ciertos cambios.

Al torneo le quedan cinco capítulos; de ahora en adelante, es cuestión de sumar para terminar con una buena cosecha de puntos que cotice en otros aspectos. Mientras tanto, como para disminuir el disgusto que provoca la eterna promesa, la ansiedad de algunos ya comenzó a apuntar hacia el porvenir, dando inicio a una danza de nombres un poco prematura. La costumbre de superar las frustraciones a velocidad luz, de restarle importancia al pasado reciente para reciclar con urgencia las ilusiones en el futuro, acciona como mecanismo de defensa ante los constantes fiascos que trituran la expectativa inicial de cada torneo. Mantener a buen resguardo el placebo más accesible de estos tiempos se ha transformado en una consigna prioritaria entre la masa resignada a una cotidianidad abrumadora.

En esta oportunidad, la decepción de quedar lejos de la pelea no dejó heridas lacerantes; la mejoría futbolística ayudó a paliar la angustia que provocó el ciclo anterior. A la hora del balance, queda para rescatar la dosis de seriedad que inyectó el entrenador desde su llegada, desactivando la influencia de la histórica camarilla, ofreciéndole la posibilidad de redimirse ante la sufrida afición y calmar las aguas revueltas que dominaron el vestuario bajo sus negativos efluvios. Saneado el panorama, le caberá depurar el grupo y conformar uno nuevo con objetivos ambiciosos. Habrá que ver en qué medida influye su opinión y la del joven secretario técnico en la conformación del próximo plantel y si la opción de negociados dirigenciales entra en punto muerto.


APOSTILLAS

Contado sin liqui. Administrar pobreza puede resultar una actividad muy estresante. Con el chorro cortado del lado de la entidad madre, la merma en la estima del don y el rojo imparable, al excelentísimo señor presidente lo asaltaron algunos problemas de salud. Superada la etapa de los cánticos dedicados, aparece otro frente de tormenta. No tiene paz.

Sueños compartidos. Los cruces entre funcionarios y dirigentes por la barbarie enquistada no son casuales. Los unos saben que los otros financian y arropan a la banda que anima cada fiestita. Nadie olvida el filmado "apurate, boludo" que le dedicó un destacado miembro al impresentable vice como consecuencia de una demora en la entrega de entradas gratis en un partido de visitante.

A los caños. Cuando las papas quemaban, se despachó con un "me quiero ir", ahora que reina la calma es tiempo del "me quiero quedar". Hace poco dijo "está todo arreglado", hoy "faltan algunas cosas". Quienes suscriben al «mejor malo conocido que bueno por conocer» pueden dormir sin frazadas porque "la prioridad la tiene Colón". La negociación está que arde.

Billete ganador. Mientras a la purretada del club le cuelgan el cartelito de remate, al paquete que dejó un prócer contemporáneo, después de tres años de chasco y en agradecimiento por los servicios prestados, lo premian con la renovación. Tan acostumbrados a actuaciones desastrosas, que alguna regular deriva en medalla al mérito. La malaria no es buena consejera.