viernes, enero 03, 2014

Solo en la madrugada

Pudo ser su letanía final, su alegato exculpatorio o simplemente una prueba piloto del conchabo al que aspira para suplir el que se le acabó. En una densa diatriba pública, un par de días antes de la crucial elección, el ex primer mandatario dio cátedra sobre aspectos concernientes al negocio del que formó parte, una demostración de cuán capacitado está para ofrecer servicios de consultoría en estrategias y operaciones aplicadas a temas relacionados con el entramado del fútbol vernáculo. De paso, emprendió una recorrida por las cuestiones más urticantes que signaron su agónica y abrupta partida. No faltaron los reproches hacia quienes, consideró, atentaron contra la institucionalidad encarnada en una figura cuyo único pecado fue intentar cambiar la historia. Manga de necios.

Entre los disparates que deslizó figura un particular concepto de empresa, donde las ganancias deberían ser de los clubes y las pérdidas del estado; una singular visión sobre los barras, donde los gestos de buena voluntad deberían estar a cargo de los clubes y el derecho de admisión del estado. Defendió la vuelta de los torneos largos como herramienta primordial para salvar las cabezas de entrenadores y, sobre todo, de dirigentes; culpó a los jugadores de querer pactar contratos siderales y calificó a los simpatizantes de pobretones, incapaces de poner una moneda para colaborar con la economía de la institución. Justificó los adelantos de los derechos de transmisión televisiva por considerarlos un recurso genuino y evitó hablar de mala administración. Manga de ignorantes.

A la hora de mencionar nombres y apellidos, se acordó del autor intelectual del golpe de estado y de la mano ejecutora. En especial, al ex capitán le dedicó las palabras más duras, inclusive tildándolo de burdo aspirante a líder. Trató de llorón a la joyita devaluada, defendió la incapacidad del ex director ejecutivo del fútbol neonato-infanto-juvenil, defenestró al hereje destructor de imágenes religiosas -desligándose de su propia responsabilidad-, lagrimeó por la ausencia del goleador histórico -su ariete dentro del vestuario-, culpó a los empleados por querer cobrar en tiempo y forma y advirtió la existencia de una mano negra en sus momentos aciagos. Para finalizar, se lamentó por las mezquindades que le impidieron rematar los terrenos aledaños a la entidad para generar recursos a la europea. Manga de ingratos.

Por fortuna, la firma al pie del panfleto corroboró la vigencia del famoso eslogan de cabecera. Sean cuales fueren los designios del destino, sin la falsa pertenencia, lo mejor está por venir.