lunes, mayo 04, 2009

Hechos pelota


Una acertada máxima del acervo popular dice que soñar no cuesta nada. ¿Será que el negro se extravió en las apacibles aguas de un aletargado divague nocturno? No. Este conjunto demostró, con sobrado fundamento, que los veintiún puntos cosechados en diez fechas no fueron producto de una ilusión pasajera. ¿Pero ya carga con la segunda frustración al hilo? Sí. En un torneo donde la irregularidad es moneda corriente, dejar seis puntos en el camino no significa demasiado. ¿Si preocupa la cuestión anímica? No. El sábado no se perdió por falta de espíritu de lucha. Se perdió porque se jugó mal y eso suele suceder. Se perdió porque el dt no interpretó bien el partido, ni antes, ni durante, ni después.

Primero. La defensa, con el ex capitán, no es la misma. Además, el defensor siempre dejó bien en claro que no se siente cómodo jugando en ese puesto. Por el otro lado, el reemplazante del suspendido también dejó bastante que desear. Segundo. El medio campo estuvo desconocido. Y en este punto bien podría decirse que la estrategia del rival superó a la pergeñada por el entrenador sabalero, quien, nuevamente, pareció ser el artífice de la derrota. Tercero. No era un partido para la gacela caribeña y el goleador histórico, a veces, no puede solo contra el mundo. Cuarto. Se equivoca el técnico si piensa que los pibes le van a sacar las papas del fuego cuando recién están aprendiendo a encender la hornalla.

Así las cosas, a los derrotistas habría que decirles que todavía falta mucho; a los exitistas, que no hay que respirar otro aire que no sea el de la humildad; a la muchachada, que no pasó nada; y al gordito simpaticón, que deje el personaje para cuando retorne a cobijarse bajo las luces porteñas. Colón, aún tiene intactos los objetivos grandes; los más pequeños ya están asegurados, por lo tanto sólo resta recuperar un toque del nivel que lo catapultó hacia el tope de la tabla para volver a entrar en la lucha. Si el próximo sábado se reencuentra con el triunfo, el apotegma popular volverá a poner en funcionamiento el engranaje de la ilusión masiva. Y nada, ni nadie, podrá evitarlo. Hay confianza. Hay equipo.


APOSTILLAS


Desbocado. El goleador histórico dijo que no había que poner excusas y reconoció que no jugaron bien, pero se despachó contra las dimensiones de la cancha, puso en duda el primer gol y tildó al adversario de “equipo chico”. Como capitán y referente del grupo debería guardar las formas, especialmente cuando está frente a un micrófono.

Calentito. El aguerrido defensor, quien pronto vestirá la celeste y blanca, se ofuscó cuando un parodista le preguntó si la derrota estaba relacionada con un bajón anímico producto del revés de la pasada fecha. “Lo dije el martes, hoy ya es sábado”, espetó con cara de pocos amigos, negando de plano la posibilidad. Lo pasado, pisado.

Lapidario. El maestro bajó de un hondazo las ilusiones del negro. En su comentario, mandó a los muchachos a ponerse “el overol de la humildad y del trabajo”, pero ojo que no les quiso decir “agrandados”, a no confundir. Nada más lejos de él que herir susceptibilidades ajenas. No sea cosa que después le cobren por el atrevimiento.

Botinero. Todo el mundo respiró aliviado cuando se supo que la molestia del veinte no le iba a impedir estar presente en el encuentro. Pero nadie se alegró más que el aspirante a chupalerche primero. El resultado de la ecografía lo hizo saltar en una pata, mientras aguardaba en la sala de espera con la toallita preparada.


BONUS TRACK: Acto fallido