miércoles, abril 11, 2007

Con el peso de la historia


Quedó claro. Cuando el mediocampo sabalero funciona como un relojito, el resto acompaña cual afinada orquesta; cuando el mediocampo se pierde en la lontananza, el equipo es un flan Ravana. Así las cosas, es indiscutible que el rendimiento colectivo depende exclusivamente del buen despertar del trío “FaGonCe”. Aunque a la hora del análisis, también podría considerarse, aunque en una mínima medida, la mala tarde del rival; lo cierto es que los tres puntitos de visitante bien ganados estuvieron, con autoridad y contundencia, dos cualidades tan intermitentes en este ciclotímico Colón que bien vale destacarlas cuando aparecen juntas y fundamentan el resultado.

Si actuaciones como la del domingo se repitieran con continuidad, los sobresaltos no serían la constante. Si los protagonistas encararan cada partido con la actitud y el compromiso desplegados en el Parque, la posición en la tabla sería distinta. Si no hubiera llovido lo que llovió, SF no se hubiera inundado. Las variables pueden ser infinitas, a gusto del colonista más avieso, pero los hechos siempre superan cualquier elucubración. El sabalé es así. Una fecha juega bien, otra regular, la siguiente da asco y de vez en cuando produce un aborto de la naturaleza. Quizás lo más saludable sea acostumbrarse a los altibajos de este once rojinegro para no padecer el bajón de una derrota ni embriagarse en el descontrol de una victoria.

El próximo partido tendrá un condimento adicional, la cancha quedó en muy malas condiciones después de la “segunda inundación”. Hasta el momento la dirigencia planea dejar en manos del árbitro designado –Carlos Maglio– la decisión de jugar o no al instante de pisar el césped del Brigadier y evaluar el estado del campo. Una maniobra un tanto peligrosa. Sería un bochorno que con el estadio lleno y la visita alistada, se suspenda el encuentro porque los popes locales evitaron advertir con anticipación la real situación en que se encuentra la verde gramilla de la entidad del barrio Centenario. Será cuestión de esperar que el otoñal sol de abril ayude a secar, en pocos días, el exceso de agua caída del cielo.

APOSTILLAS

Si Diego Armando hubiera hecho el gol que erró, más de un hincha habría muerto de insuficiencia coronaria en medio de la tribuna visitante. Por suerte, el talentoso ocho evitó una tragedia masiva.

“Esto nos sirve para darnos cuenta de que podemos y tenemos con qué salir adelante”, dijo Falcón. Un profesional de la psicología no lo hubiera dicho mejor. El tema es que los diez restantes entiendan la idea.

Centurión dio en el clavo: “Más que sin fisuras, se vio un Colón inteligente, porque manejamos muy bien la pelota y todo se hizo más sencillo”. La cuestión es qué pasa cuando el rival ladra y también muerde.

“El equipo tiene que estar convencido de que puede. Ahora, si nos agrandamos, la cagamos”, señaló risueño el DT. ¡Tampoco la pavada! Una muy buena actuación de vez en cuando no da para tanto. ¡A no exagerar!