lunes, noviembre 06, 2006

Sin palabras


Quizá lo más significativo haya sido el silencio del final. Ni dirigentes, ni técnico, ni jugadores quisieron hablar al término del encuentro. Y quizá haya sido una postura acertada, porque ante los hechos consumados ¿qué se podría haber dicho? El mismo discurso de siempre hubiera sonado a disco rayado. Que hay que seguir trabajando, que fue un rival difícil en un cancha difícil, que las oportunidades estuvieron pero no se dio. Un cúmulo de palabras vacías que se ha escuchado hasta el hartazgo, mientras que a la hora de demostrar… nada por aquí, nada por allá. Entonces el silencio sienta bien. Basta de perorata políticamente correcta y a demostrar algo en la cancha, porque si no se viene la noche.

Transcurridos nueve partidos del ciclo JCF, una pregunta repica con insistencia en miles de cabezas colonistas: ¿qué le pasa a este equipo? Y la respuesta es sencilla: este equipo no tiene alma. Este Colón de Santa Fe adolece de esa fuerza interior que empuja aunque las capacidades sean limitadas y las circunstancias adversas. Este once rojinegro está en la lona y la única salvación es su gente. Sólo el apoyo incondicional de los simpatizantes sabaleros puede cambiar la historia.

Si del técnico se trata, podría decirse que, hasta el momento, no ha logrado encontrar un estilo futbolístico que identifique al conjunto del barrio Centenario. Para ser defensivo es endeble y para ser ofensivo es tibio, entonces el resultado es un combinado insulso que navega en las aguas de la intrascendencia. Conclusión, más tarde o más temprano, termina azotado por la realidad que le impone el rival. Y, como no podría ser de otra manera, las malas cosechas no vienen solas, ya se rumorean disconformidades, focos de conflicto en el seno del grupo, propios de los momentos difíciles y, si se quiere, entendibles en un conjunto tan ecléctico. Entre los veteranos que ya están de vuelta, las semillas que van surgiendo a los ponchazos y los esperpentos foráneos es difícil armar un modelo equilibrado que enfoque la mira en pos de un objetivo común.

De todas maneras, no vale la pena entrar en pánico. La mano viene difícil pero la confianza debe primar. Después de todo, lo importante está. La afición sangre y luto seguirá diciendo presente de aquí a la eternidad. Y lo que no ponga el equipo en la cancha, pues bajará de las tribunas para demostrar que se puede. Porque las rachas y los nombres pasan… pero el sentimiento por siempre queda.


APOSTILLAS

Otra vez un árbitro no vio lo obvio. Pero llorar un penal no cobrado no sirve. El énfasis de la protesta se debe canalizar por otro lado. Los fallos nunca se modifican. ¡Glup!

Fuertes intercambió insultos con la platea local afuera de la cancha y con el arquero rival adentro. ¿Ý si mejor deja su don de gente para otras ocasiones?

Quienes son tan afectos a los micrófonos esta vez no quisieron hablar. No hizo falta. Las caras fueron más elocuentes que mil palabras. ¡Oh! ¡Oh!

La prensa vernácula está ofendida. Los jugadores ignoraron a los medios santafesinos pero prestaron sus caripelas a la tv porteña. ¿Cuestión de peso?