lunes, noviembre 04, 2013

El tiro de gracia

Demoró siete años, cinco meses y siete días, pero finalmente la tapa de la olla saltó y nada ni nadie pudo impedir que el olor nauseabundo impregnara los rincones dejando a muchos en estado de shock. La previa del partido se tiñó de negro cuando lo que empezó como un rumor terminó siendo confirmado oficialmente. Quita de seis puntos por una antigua deuda de seis cientos mil verdes. Cuestión desmentida hace apenas unos días, considerada como una difamación por quien hoy está más escondido que nunca, y que paradógicamente puede disparar masivas renuncias. Los que se reacomodaron y vieron la posibilidad de subir un par de escalones, después de semejante noticia, anticiparon que no tienen la más mínima intención de hacerse cargo de culpas ajenas. Una cosa es compartir privilegios y otra quedar pegados a la vergüenza de haber hundido en el fango a la centenaria institución.

Las reacciones tomaron caminos diferentes. Los que no comprenden la gravedad del asunto y que sólo piensan en el qué dirán, disfrutaron de ver a los pibes apremiando al puntero. Los que apañaron todos y cada uno de los chanchullos, empezaron a elucubrar diferentes maneras de salir del atolladero con la menor cantidad de heridas posible. Los que se comprometieron desde que se precipitó la hecatombe y salieron a agitar las banderas de la dignidad, sufrieron en carne viva la mala nueva y ya evalúan con indignación lo que podría acontecer de cara al futuro. Los que la vieron venir, y se jugaron por denunciar a pesar de críticas y acusaciones, respiraron aliviados, con la conciencia tranquila, convencidos de que inclusive cuando fueron vilipendiados, no estuvieron errados al remar contra la corriente. Los pocos que siempre cuestionaron con conocimiento de causa, no ocultaron la satisfacción de haber sido los únicos que nunca se callaron y advirtieron lo que hoy parece irreversible.

Queda por ver quién se hará cargo de los despojos. Si resisten las sanguijuelas que propiciaron este presente o si, ante la imposibilidad de seguir ocultando los desaguisados, dispararán como cobardes dejando el barco a la deriva para que otros se hagan cargo. Al parecer, la increíble novedad es sólo la primera de unas cuantas que irán saliendo a la luz a medida que transcurran las horas. En este duro trance habrá que tener en cuenta, también, la parte que le corresponde a los cómplices. Los que operaron desde adentro, disfrazados de glorias del pasado, y los que lo hicieron desde afuera, enfundados en ropajes de parodistas rastreros. Los que ayudaron a tapar el monumental desmanejo a sabiendas, partícipes necesarios de las innumerables fechorías cometidas, a cambio de beneficios en efectivo o en especie. A esta altura, no hay ingenuidad que valga. Ni siquiera de parte de la afición aplaudidora que tendrá que hacer su propio examen de conciencia.


APOSTILLAS

Sobran pelotas. Puede descansar tranquilo el excelentísimo señor presidente, hoy autolicenciado. Al fin se cumplió su promesa de posicionar a la entidad en los primeros planos de la consideración nacional. A raíz de la quita de puntos copó la tapa de todos los medios. Aunque algunos serviles anuncien por lo bajo su retorno en quince días, después de las últimas novedades, difícil ver asomar su resembrada cabellera por los lugares que solía frecuentar. Falta hombría de bien.

Sólo sé que no sé nada. En una parodia de conferencia de prensa, el impresentable vice confirmó lo que hasta ese momento era un secreto a voces. Su supina ignorancia no se circunscribe solamente a una cuestión de educación. Para zafar momentáneamente, secundado por una galería de antológicas caripelas, apeló a la estrategia del no sabe, no contesta. Ni la convocatoria para tirarle la manga a los socios pudientes, ni los llamados a históricos dirigentes. Cuenta regresiva.

Dieta obligada. Consumido por la falta de efectivo, el artillero venido a menos, salió a desparramar excremento para todos lados. Aparte de pegarle al que desde marzo le tira papelitos incobrables, y dejar aclarado que hoy por hoy no tiene un mango ni para ir al super, le dio para que tenga y guarde al conductor envalentonado. Lo trató de mala persona mientras que el aludido le contestó que los trapos sucios se lavan en casa. Algunos cráneos todavía no entendieron nada. Capacidades cognitivas disminuidas.

Bellos durmientes. El parodismo vernáculo, que quedó fuera del reparto de subsidios, está cabrero. "Nosotros fuimos engañados burdamente", regurgitó el maestro en medio de su devaluada diatriba contra la dirigencia. El que cada vez que opina pide perdón por temor a herir susceptibilidades olvida que un subordinado suyo admitió públicamente, hace un tiempo, callar muchas cosas. Si en reunión de producción no evaluaran autocensurarse por conveniencias varias, a lo mejor serían más creíbles. El oficio en estado de coma.