jueves, junio 27, 2013

Ni el tiro del final

En el cierre, de poco le sirvió hacer apología de su trabajo, tal y como él mismo definió al eje del monólogo que utilizó al momento de despedirse del interinato. Terminar a sólo tres puntos de la cola, jugando un fútbol inexpresivo, sentenció el destino de otro experimento basado en estricta economía de guerra. Ni siquiera le jugó a favor la decisión de tirar a la cancha a todos los purretes juntos para reafirmar su sintonía fina con el "proyecto". Todavía estaba tibio su cuerpo cuando la dirigencia lanzó, a través de ocasionales voceros, un nombre rutilante como sucesor, aunque más no fuera pirotecnia barata para calmar a las fieras siempre dispuestas a arrojar dardos contra los artífices de un nuevo fracaso.

Después de trece partidos, con tiempo suficiente para imprimirle al equipo ciertas características básicas orientadas a abrir el camino hacia un estilo definido e identificatorio, el entrenador prefirió asirse a los atenuantes para justificar su propia ineptitud. La dificultad que implica sacar a un equipo de una situación difícil es parte del trabajo, no debería ser el argumento insignia de los descargos. "Tuve la personalidad, el carácter, los huevos para poner a los juveniles", vociferó, disfrazándose de mártir por la causa. "Tengo la desazón de que nadie defendió el trabajo que hicimos", lloriqueó, poniendo en evidencia la soledad típica del ido. "Hemos hecho mucho más que algunos técnicos que siguen con su trabajo", suplicó, en las últimas estrofas de un reclamo sordo.

Cualquiera sea el designado, sabrá con antelación de la escasez de recursos humanos y especialmente económicos para engordar el escuálido plantel. De todos modos, aunque la realidad indique un futuro con mínimas expectativas, habrá unos cuantos detrás del ofrecimiento, por paupérrimo que sea; el negocio más fructífero de estos tiempos atrae hasta en las circunstancias de mayor adversidad. Lo cierto es que con billetera raleada, lo que venga deberá afrontar un desafío a prueba de incapaces y aportar mucha imaginación pensando en sumar a favor del promedio antes que apuntar a objetivos ambiciosos. Ante semejante panorama, acaso será hora de ir derribando algunos mitos; el de la exigencia, uno de ellos.


APOSTILLAS

Guitarras al viento. El excelentísimo señor presidente lamenta comunicar a socios y simpatizantes que no le quedó otra que borrar con el codo lo que escribió con la mano. La formación de entrenadores de la casa quedará en stand by hasta que la coyuntura obligue a desempolvar nuevamente la ideita. Mientras, la danza de nombres mantiene entretenida a la afición que pasó por alto el frustrado puntal de su exitosa política.

El que nace para pito. Dicen las malas lenguas que el impresentable vice, cansado de hacer el trabajo sucio y recibir migajas, ya no se banca al primer mandatario. Anda pensando en cortarse solo con vistas a los próximos comicios pero, salvo por el electorado cautivo, sabe que no lo vota ni el loro. Cree que el parodismo a sueldo puede ayudar a lavar su imagen, pero los elegidos no pueden lavar la propia menos van a poder con la ajena.

El sueño del pibe. La purretada de reserva, de la mano del entrenador que llegó con un ex, se dio el gusto de ponerse el traje de campeón. El reto está en insertar, equilibradamente, a los más aptos en el plantel de primera; tarea complicada si las urgencias siempre son las que mandan. La vertiginosidad y el compromiso que genera la máxima categoría suele deglutirse a los habilidosos sin fortaleza mental. Una cosa sin la otra es signo de tarea inconclusa.

No tiene precio. En la previa había dicho que quería terminar el certamen demostrando su real valía. Y lo hizo. Deleitó a las gradas con un exquisito tanto de taquito. El crack para la masía, el mayor fiasco de los últimos tiempos, tiene ganas de emigrar para desplegar su talento lejos de los silbidos y las reprobaciones. Préstamo sin cargo y sin opción. Contrato a cargo de la institución formadora para salvaguardar el patrimonio, por si las moscas.

jueves, junio 20, 2013

Los agujeros de la memoria

Fue una semana tumultuosa, donde predominaron las agresiones y las desmentidas. Las sufridas por la familia del primer mandatario obligaron a la inmediata aclaración; no hay por qué preocuparse, nada detendrá el exitoso camino que hace siete años emprendió la falsa pertenencia. Las sufridas por la afición, merecieron una memorable reculada. Por otro lado, los rumores, que nunca faltan cada cierre de temporada, también tuvieron su primera plana. Incentivación, escuchas telefónicas, investigaciones judiciales, la institución quedó en la mira en medio de un final caldeado. Y la muchachada estuvo a la altura de las circunstancias, una nueva derrota para coronar otro final para el olvido.

Llegado el tiempo del balance y la reflexión, todo se conjuga para que la cabeza sea nuevamente la apuntada. La seguidilla de fracasos ya no puede enmascararse con charlatanería presidencial. Muy por el contrario, la memoria colectiva aprovecha la ocasión para poner en valor las palabras con las que se decoraron los ciclos sin provecho alguno y saca sus propias conclusiones. Evalúa las promesas incumplidas, observa crecimientos patrimoniales injustificados, intereses personales como prioridad, abandono de la problemática institucional, cosmética barata para disimular coyunturas, decisiones acomodaticias, mentiras descaradas y un sinfín de desaguisados soportados con la esperanza de un golpe de fortuna que nunca llegó.

Los procesos largos, sin resultados concretos, terminan dejando en evidencia los desmanejos que, en la vorágine con que se manifiesta la pasión, pasan desapercibidos o son ignorados a sabiendas. Agotados los fuegos artificiales, la gestión pasó a estar en la picota en cada crisis gracias al estilo de conducción y las apetencias individuales expuestas sin el menor prurito. Los hechos consumados abonan sentencias de peso. Las dirigencias elegidas a través del voto no son las que merece la masa societaria que las ungió, son las que se le parecen. Muchos disfrutaron de la verba grandilocuente, las obras, las inauguraciones, las comparaciones absurdas, y se tragaron con gusto el sapo de la bienaventuranza. Entre tanta mediocridad, los velos comienzan a correrse y la paciencia a agotarse. Para cambiar los representantes primero deben cambiar los representados.


APOSTILLAS

Techito por si llueve. Por fin se le dio al excelentísimo señor presidente. Ahora sí puede gritar a los cuatro vientos, sin temor a equivocarse ni a las mofas de ocasión, ese lapidario enunciado que tan sabiamente supo acuñar acerca de la envidia de una institución porteña. No es lo mismo hacer ostentación de sembradío que de terreno yermo. Pa'que aprendan.

Reciclaje automático. Como cada fin de temporada, con fracaso indisimulable a cuestas, el impresentable vice salió a hablar del "nuevo Colón" que con incansable y desinteresada dedicación la dirigencia está gestando. Si los abocados a la tarea son los ineptos de siempre, la afición ya sabe con qué se va a encontrar en los próximos meses. Historieta repetida.

Que pase el que sigue. Para sostener el sueño de su continuidad, el conductor interino se transformó en un férreo defensor del "proyecto". Veteranos afuera y piberío adentro pasó a ser la bandera de las últimas batallas. Un buen cierre sería con los once de la cantera; aunque ya se barajen nombres para reemplazarlo, por lo menos quedará como un duque.

Guarda que quema. El capitán terminó huyendo por la puerta trasera. Si bien gastó saliva en aclarar lo que quiso decir, no convenció a nadie. "Yo de la gente nunca hablé", balbuceó. El peor de los pecados se paga con la peor de las penitencias. "Me lo dejo para mí", dijo al ser consultado sobre lo que pasó durante la semana. Antes de que lo rajen, se rajó solo.

jueves, junio 13, 2013

Desencuentro con la fe

Después de la derrota ante el clásico rival en condición de descendido, la recriminación copó la parada. En medio de un clima de reproche generalizado, las gradas se encargaron de transmitirle a la muchachada, y también a la dirigencia, la vergüenza que hace una semana las embarga y no les permite levantar la mirada del piso. Esta vez no hubo mensajes discordantes, todos coincidieron en lanzar los dardos hacia los mismos destinatarios. La excusa perfecta para que los golpeados protagonistas mostraran en cancha lo mismo que mostraron a lo largo del certamen y para que la falsa pertenencia se refugiara en el papel de víctima, tal y como acostumbra cada vez que se le enrostra su marcada ineptitud. Unos se sintieron presionados, los otros incomprendidos.

Por el lado del entrenador, la estrategia nació trillada. Cuando los resultados brincaban a favor, la reticencia a sentirse confirmado en el puesto revelaba una figura gustosa de fluctuar entre el divismo y la especulación; ahora que la historia aparece poco amigable, la predisposición a acompañar el "proyecto", cómo y desde dónde el poder de decisión determine, destapa la patética imagen de quien no está dispuesto a desprenderse de una beca bien remunerada sin dar una pelea acorde. A la hora del discurso, la repentina certeza de haber iniciado y consolidado un proceso conforme a los lineamientos impuestos por la gestión, y el manifiesto compromiso con el modelo, dejaron en evidencia a un aplicado alumno repitiendo de memoria la lección que el tribunal evaluador quería escuchar.

A dos fechas del final, para calmar los ánimos, se echó a correr el rumor de un cambio. Lo cierto es que con una conducción en duda, unos cuantos veteranos con ciclo agotado, un puñado de pibes que no consigue despegar y las arcas saqueadas, el futuro asoma bastante oscuro. Los fracasos se van acumulando y la charlatanería ya no surte el mismo efecto. La afición está cansada del verso reiterado, mascullando bronca y a un tris de estallar. Con el fin de desviar la atención de la masa enardecida, la usina generadora de cortinas de humo, siguiendo precisas instrucciones, hará lo mejor que pueda para, rápidamente, dar vuelta la página. En medio de la tempestad, nada mejor que hacer borrón y cuenta nueva, total nadie quiere quedar atascado en medio del chiquero sin posibilidades de salir.


APOSTILLAS

Sueño americano. Ocupado en su propio proyecto, el excelentísimo señor presidente se perdió las maravillosas estrofas que le dedicó todo el estadio para expresarle su más profundo agradecimiento por la impecable gestión que con tanto sacrificio está llevando a cabo. Esta vez, no hubo abstenciones. Que ningún insignificante traspié empañe el camino plagado de logros.

Siempre listo. En la previa, el impresentable vice se despachó a gusto ante el inocuo requerimiento del parodismo vernáculo. Fiel a su estilo, entre incongruencias a media lengua, le pegó a los "agoreros del apocalipsis", a los "golpistas políticos" y a las "agrupaciones que no existen"; reconoció errores y se comprometió a redoblar esfuerzos. Estamos mal, pero que no se note.

Me quiero ir. Las reprobaciones son difíciles de digerir, especialmente para quienes se creen ídolos en potencia. El volante víctima de los más duros improperios, al final de la faena, deslizó la posibilidad de un fin de ciclo, aunque, afirmó, no le gustaría que se de en malos términos. Comodidad, desgaste, estancamiento, fueron las palabras elegidas para describir la secuencia. Nunca tan acertado.

Un millón de amigos. Fue ungido capitán por sus propios compañeros por trayectoria, temperamento y por ser uno de los últimos referentes históricos. Luego de la derrota en el clásico ya había dado muestras de fastidio cuando se quejó de la inimputabilidad de los purretes. Ahora fue más allá y, con sonrisa socarrona, regurgitó "a mí la gente no me importa". No se lo va a extrañar.

viernes, junio 07, 2013

Golpe al corazón

Del fugaz paso del clásico rival por la primera división, quedan cuatro recuerdos imborrables. A la hora del balance, la bochornosa cifra de tres a uno cala hondo en la fibra íntima de la afición. Tanto el de bienvenida como el de despedida, los más significativos, se perdieron sin una mínima dosis de vergüenza. El primero, de local contra el adversario recién ascendido, y el último, de visitante con el adversario recién descendido, son los íconos del fracaso de la falsa pertenencia. El simbolismo resuena feroz. Las imágenes, frescas y lacerantes, golpean con singular dureza a quienes creyeron el relato grandilocuente de una superioridad nunca evidenciada. Dentro del saldo negativo se contabiliza el empate, cedido luego de correr con una ventaja de dos a cero. En el haber, sólo queda la victoria en terreno propio.

La azotaina recibida explica hacia dónde viró la catarsis. En medio de un océano humillante, los dardos cayeron sobre el encargado de impartir justicia. Es más fácil encontrar un culpable exógeno que bajar la cabeza y enumerar, con sincera autocrítica, la serie de errores que desembocó en una caída sin atenuantes. Las conspiraciones y tramas secretas también dominaron la escena en la frenética búsqueda de paliativos aceptables. Todo fue válido al momento de la justificación, especialmente después de las consabidas burlas que dibujaron la escena previa. Paradojas del destino, de nada sirvió el decorado que le dio marco al tradicional folclore, el goliat bíblico volvió a hacer el ridículo frente a un moribundo a punto de expirar. Pocas situaciones resultan tan dolorosas como confirmar que no se es lo que se cree ser.

Para la evaluación final quedan el desempeño del cuerpo técnico, el rendimiento de cada uno de los protagonistas y la experiencia de un auditorio desierto. La coyuntura económica obliga a repensar la certeza de un cambio si la fecha dieciséis no se sorteaba con éxito, dependerá de los próximos tres capítulos. Respecto de la muchachada, los ciclos cumplidos superan a aquéllos que todavía tienen algo para ofrecer, pero la falta de recursos también condicionará el desprendimiento de algunos nombres que figuran en la lista con salida asegurada. En cuanto al vacío que envolvió al tradicional acontecimiento, la reflexión deberá pasar por las conciencias de quienes claman por un sentimiento. Línea aparte para los hacedores de un nuevo fracaso, casualmente los mismos que apadrinan la barbarie. Restaurar las pérdidas llevará tiempo.


APOSTILLAS

Fertilización asistida. El comienzo del otoño es la época ideal para el resembrado de la semilla que germinará en pleno invierno. El excelentísimo señor presidente, siempre al tanto de todo, especialmente de lo que tiene que ver con el crecimiento, aprovechó la volada y sembró en su propia azotea. Por estas horas, eleva plegarias para que su cabellera pronto esté a tono con su patrimonio.

Puede fallar. Otra vez patinó a la hora del pronóstico. El impresentable vice, reincidente en eso de los vaticinios errados, días antes del choque, afirmó públicamente que el clásico se ganaba "seguro". A seguro lo llevaron preso y al desbocado, como hace un tiempo, le llovieron las más ocurrentes mofas de propios y extraños. Estos últimos le avisaron, cuando vuelvan se la sacan.

Castigo ejemplar. Si el entrenador no se tranquiliza, corre el riesgo de pasar más tiempo afuera que adentro de las canchas. La cuarta expulsión lo puso al borde de una reprimenda memorable, que puede afectar negativamente al equipo. De tanto machacar con el interinato, si se tiene en cuenta su conducta en la valoración final, va derechito a hacerse realidad.

Cuenta regresiva. Dicen las malas lenguas que el capitán está en estado de ebullición porque el primero en romper el silencio hizo una cruda autocrítica. La vieja guardia, encabezada por el guardameta, hubiera preferido un tono bajo en calorías para no engordar la bronca generalizada. Si se hacen realidad los deseos de unos cuantos, poco le queda para avanzar en el adoctrinamiento de la tropa.