viernes, abril 30, 2010

Con la soga al cuello


Más allá de las idas y vueltas que marcaron los días posteriores a la peor derrota de la era del humazo, llamó la atención la celeridad con que se cerraron las negociaciones y la ligereza con que el entrenador, quien tenía decidida la renuncia, cambió de opinión. ¿Fue una puesta en escena? Beneficio por partida doble. Por un lado, el enfado del presidente con la muchachada y la decepción del técnico con sus dirigidos dejaron en claro que una limpieza a fondo está plenamente justificada, nadie tendrá derecho al pataleo; por otro, la confirmación de la continuidad, mostró a las partes firmes y convencidas en el “proyecto”, una dirigencia hábil y coherente y un cuerpo técnico comprometido. Círculo cerrado. La gilada, feliz.

Lo cierto es que aunque los protagonistas lo hayan negado, las condiciones siempre existieron. Aparte de una sustancial mejora en el contrato, dos temas fueron clave en el acuerdo. Refuerzos de jerarquía y que el primer mandatario –o algún pinche de menor rango– sea el encargado de dar la cara con las bajas que por diferentes motivos serán historia el próximo torneo. El astuto dt no quiere quedar pegado en la evacuación de unos cuantos que él mismo trajo, en la borratina del piberío engatusado y en el adiós de otros tantos que ya están para mirar los partidos desde zona de plateas. Para cambiar la perspectiva, no faltaron los nombres rutilantes que los obsecuentes de siempre comenzaron a sacar de la galera.

En definitiva, la apuesta es fuerte. Además de tirar sobre la mesa mucho billete pesado –de dudosa procedencia–, si las cosas no salen de acuerdo a lo previsto, la hecatombe puede ser total. Un mal comienzo de torneo ubicaría al cuerpo técnico contra las cuerdas y a la falsa pertenencia en el dilema de pensar en un proceso nuevo –e incierto– a las puertas de las elecciones. Lo que el “biondo gnocchi” se empeñó en evitar ahora, podría ser letal si se da en el momento menos oportuno. Convencido de que ningún rival le hará sombra en diciembre, se juega el todo por el todo en una movida arriesgada, con las manos llenas de humo. Contar con el favor de la dinámica de lo impensado es como hacer equilibrio en las alturas, sin red.