miércoles, septiembre 28, 2011

Como caído del cielo

Desde que se puso en marcha la "apuesta", la consigna fue zafar a bajo costo. Nunca estuvo en la mente de los ideólogos aspirar a algo importante. En lo que respecta al primer mandatario, por ejemplo, el objetivo siempre fue ganar tiempo; el necesario para sembrar y cosechar en beneficio propio. En cuanto a los obsecuentes, sacar algún tipo de tajada. El premio, de acuerdo al compromiso asumido, resulta considerable, aunque la centenaria institución sólo haya crecido en estructura y su cada vez más numerosa masa societaria acumule frustración. El costo, mínimo para los inefables cráneos, puede resumirse a la falta de credibilidad; cuestión que los tiene sin cuidado. La opinión de la masa nada pone en riesgo, salvo hecatombe total.

Hasta ahora, la sumatoria de puntos mantiene el "proyecto" a flote, aunque los reclamos sigan su camino ascendente porque en cancha es difícil tapar lo que con cháchara se estira como chorizo de plastilina. El que pone la cara habla -cada vez suena más incoherente- y en su jerga acostumbra repetir tres palabras clave. "Funcionamiento", "contención" y "posesión" siempre están presentes en su discurso; sin embargo, a la hora de los bifes, brillan por su ausencia. Si bien en esta oportunidad el empate cobra valor por la calidad del rival, está claro que el barco navega sin brújula. La falta de conducción es tan evidente que provoca exasperación hasta en quienes estuvieron de acuerdo con el ascenso a primera división de quien nunca debió salir de la reserva.

Los protagonistas merecen un párrafo aparte. Promediando el torneo, algunos no sólo deambulan por el campo de juego como perdidos en el espacio, también arrastran un estado físico lamentable. Razones, varias. Edades avanzadas, poca contracción al trabajo, pretemporada inexistente y un pequeño detalle que muchos pasan por alto. El lugar de entrenamiento no es apto para la práctica intensiva de un plantel profesional y por ende los cómplices del hecho no quieren arriesgar lo poco que se guardan para el día en que se dirimen los puntos. La connivencia se extiende a lo que consideran una tácita acefalía técnica, por lo que hacen y deshacen, adentro y afuera de la cancha, confiados en su peso específico y en el auxilio sobrenatural. Mientras tanto, el sabalé suma, huérfano de fútbol.


APOSTILLAS

Futuro asegurado. El acólito más devoto está preocupado, y ocupado, en temas que involucran a su padre putativo. Cualquier cosa menos resignar su parte de la herencia, que cree garantizada gracias a su interesada obsecuencia. Por lo pronto, ya oficializó sus apetencias personales con cuatro años de antelación, aunque confiado en la dinámica de lo impensado. Primero en la línea sucesoria, si se da el histórico renunciamiento.

Crionización virtual. La afición anda consternada. La web oficial parece sumergida en nitrógeno líquido a la espera de que los avances científicos posibiliten su reanimación en el corto plazo. ¿Existirá algún tipo de cortocircuito entre el par de "amigos y colegas" que lleva adelante la abnegada misión de actualizar contenidos? ¿Se habrán acabado los víveres? ¿O con visión de futuro, estarán abocados a la candidatura?

Cuarto capítulo. El cuento charrúa sigue sumando páginas. Según dispusieron los autores del "best seller", al reacondicionamiento le sucede la etapa de preservación. El olor nauseabundo que desprende el tema tiene seriamente afectado al parodismo obsecuente, que pasó de llenarse la boca con el sonoro apellido a soslayar la cuestión. Unas míseras líneas de compromiso y a pergeñar el siguiente episodio.

Limpieza energética. El desmontador oficial de imágenes religiosas está analizando su siguiente movida. Dado el mal momento que aqueja a quienes vistieron la celeste y blanca, sin distinción de categoría, tiene pensado solicitar un trabajito abre caminos. Y como hay blanca, también hay negra. Así que atención los "mala leche", para ellos también puede haber. Se viene una protección contra influencias negativas.

jueves, septiembre 22, 2011

Circo sobre hielo

Cuatro días duró la ensoñación que embriagó al mundo rojinegro luego del último triunfo de visitante. En el ocaso del pasado viernes, y con el ánimo por las nubes, los protagonistas se deshicieron en elogios hacia sí mismos. "Este es un equipo de hombres y vamos a pelear en cualquier cancha", dijo el goleador histórico en la ocasión. "Siempre jugamos ordenaditos", aportó el guardameta, afectado por una especie de extraña amnesia. "Hicimos un partido inteligente", cerró, satisfecho, el entrenador, entre vítores dirigenciales. Incluso hubo tiempo para elogiar, dándolo por recuperado, a delantero venido a menos, autor del tanto de la victoria. Noventa y seis horas después, las palabras suenan vetustas y en el campo de las realidades sólo queda el sabor amargo de la sinrazón.

Mientras las gradas buscan respuestas que mitiguen su decepción, los protagonistas emiten un comunicado inverosímil, conectados a una dimensión desconocida. Si en lugar de demostrar compromiso con un objetivo, y aprovechar la oportunidad para afirmarse como conjunto con aspiraciones, se muestran presos de una maraña de mentiras tejida dentro de su propio seno, difícil hallar el rumbo. La mendacidad es un mal que corroe y se extiende sin control como dolencia incurable. Puede dar réditos temporarios, puede ayudar a posicionar figuras en un ámbito sin valores, pero tarde o temprano sus efectos devastadores aniquilan sin piedad. Cuando la afección invade órganos vitales, no hay terapia que surta efecto. Al respecto, las estadísticas son implacables. La única esperanza es la prevención.

Así las cosas, con el primer mandatario en estado vegetativo, su séquito anestesiado por interés, el personal bajo contrato infectado por el virus del dale que va sin control y el parodismo prostituto tapando la epidemia, no habrá fuerza superior que detenga el trágico desenlace. Tarde o temprano, la verdad será revelada y todos quedarán expuestos. Ya le pasó a unos cuantos, aunque la espera haya sido larga. Ocho, catorce o treinta años. Y hasta con títulos incluidos. El tiempo es implacable, como las enfermedades terminales. Lo triste, en todo caso, no es el final, sino esa compulsiva predisposición a la reincidencia. No por nada el sabio acervo popular insiste en afirmar que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. En la paciencia está la respuesta.


APOSTILLAS

Acto penitencial. Más allá de la autopista crecen los rumores de una coronación anticipada. Sin embargo, y aunque al excelentísimo señor presidente le gustaría ocupar las tapas de los medios en función del cotilleo porteño, su caripela anda dando vueltas por un sacrilegio. La bola se ha hecho tan grande que ni siquiera el famoso "todo pasa" la puede parar. De pensamiento, palabra, obra y omisión.

Domador de fieritas. Al disciplinador de socios caracterizados se le está escapando la tortuga. Incidentes con exhibición de armas blancas en la tribuna norte y arrebatos en las inmediaciones del estadio preocupan a socios y simpatizantes. Se ve que el impresentable vice anda ocupado en temas más importantes, como, por ejemplo, satisfacer los gustos de los referentes, que van desde cuestiones de irrigación hasta esotéricas.

Mucha oración. Extremadamente ofuscado se mostró el vocero mudo al ser consultado sobre el tema del momento. "Se están diciendo muchas mentiras, el plantel está llevando a cabo la restauración", vociferó para los micrófonos de la emisora universitaria. "La institución emitió un comunicado y nadie se tomó el trabajo de leerlo", apuntó disgustado por la falta de reconocimiento hacia su desinteresada labor. ¡Injusticia!

Había una vez. Muy lindo el cuentito del delantero desgarrado que iba a recuperarse milagrosamente en tiempo récord. Más lindo todavía el del delantero restablecido que ocupa un lugar en el banco. Insuperable el del delantero en reacondicionamiento físico. La afición espera ansiosa el cuarto capítulo de la fábula charrúa. Entre equipo médico, cuerpo técnico y asesores pirinchos algo se les va ocurrir para la próxima.

lunes, septiembre 19, 2011

Un kilo y dos pancitos

En medio de un clima institucional enrarecido, la muchachada se da el gusto de iniciar el camino hacia la identidad con un par de triunfos consecutivos. No interesa demasiado si de visitante se impone un estilo emparentado con lineamientos de otra categoría. Lo importante es sumar para ganar en confianza mientras el equipo -como supo interpretar un prócer contemporáneo- se acomoda solo, aprovechando un contexto en el que la mediocridad ha echado raíces para beneficio del que sepa usufructuarla. La idea, presionar desde el inicio, asestar el golpe y defender la ventaja a la espera de un contragolpe definitorio, parece ir tomando forma, apoyándose en las características de los intérpretes mientras el técnico hace las veces de espectador privilegiado.

Por lo pronto, la sumatoria de puntos entusiasma a la afición, que decidió guardar en el congelador los cuestionamientos al entrenador y los insultos al primer mandatario a la espera del desarrollo de los próximos sucesos. El papelón sufrido en la cuarta fecha no pasará, como pretende la falsa pertenencia, tan fácilmente al olvido. La herida quedó abierta y compromete por partida doble a los protagonistas con vistas al futuro. Teniendo en cuenta la poca confianza que inspira el conductor, ante el primer paso en falso, el coro de descontentos volverá a la palestra. Si mejora el rendimiento, si se afianza en los primeros puestos de la tabla, si se transforma en protagonista del torneo, la circunstancia actuará como bálsamo contra el dolor aunque nunca como elixir sanador.

El próximo capítulo representa una oportunidad para demostrar el grado de ambición. El rival a enfrentar es de los más flojos del campeonato y de local no debería significar un escollo infranqueable. De todas maneras, y en caso de que los resultados sigan la ruta de la buena estrella, las exigencias irán creciendo. Las gradas sangre y luto, si aparece en escena la garra, van a demandar calidad. Una sin la otra no tendría asegurada la existencia. Ambas, como reza el himno, se complementan y potencian. "Hicimos un click luego del clásico, no sólo en lo deportivo sino también en lo humano y en lo colectivo", dijo el eterno «ito», una vez concluida la tarea con viento a favor. El desafío será sostener el norte y mejorar el rendimiento para que todos los involucrados sigan asumiendo la patria postestad de las victorias.


APOSTILLAS

Alto handicap. No decae la estrategia de las buenas nuevas, aunque algunas se vean opacadas por escándalos generados por malintencionados. La última involucra a un jugador de polo a quien el excelentísimo señor presidente le ha ofrecido la gerencia deportiva. Dicen los que saben que la respuesta afirmativa sería inminente. A prepararse porque se vienen incorporaciones de pura sangre.

Rebelión hereje. Durante la previa, las huestes del maestro deschabaron una sublevación encabezada por veterano defensor, conspicuo «habitué» de videntes y manochantas. Según informaron, el desmontador oficial de imágenes religiosas "increpó" al tesorero por incumplimientos varios luego de la última victoria de local. Los infractores están avisados, guarda con el gualicho.

Punto muerto. El emblema del equipo pierde influencia. No estuvo de acuerdo con el sacrilegio que, igualmente, se llevó a cabo; no portó la voz cantante en el último reclamo y ahora están a punto de birlarle el puestito de mánager. Decepcionado, empieza a olfatear que la traición lo anda rondando. La sociedad más fructífera de los últimos tiempos parece caminar por la cornisa.

Ratones saltarines. Aprovechando su ausencia, el pasquinejo vernáculo publicó una nota por la que mereció una reprimenda de parte de quien le solventa los gustos a cambio de olímpicas arrastradas. La exhaustiva investigación acerca del trágico destino de la virginal víctima, no cayó nada bien en los cráneos dirigenciales que, si no maquillan el delicado asunto, van camino a la excomunión pública.

lunes, septiembre 12, 2011

Condena en suspenso

Gracias al triunfo, unos cuantos salvaron el pellejo. Tras el descalabro que generó la derrota más dolorosa de los últimos ocho años, dirigentes, cuerpo técnico y jugadores hallaron un poco de alivio al cabo de noventa minutos de mucho tesón y algo de fútbol. Como ya se ha hecho costumbre, una vez acallada la nonagésima crisis con una sentencia favorable, aparecieron las dos caras de la moneda. Los desmesurados de siempre coincidieron en ver el despegue definitivo hacia grandes proezas mientras que los del lado opuesto le jugaron unas fichas a la teoría de la respuesta pasajera. Lo cierto es que la producción de la muchachada pareció una reacción en busca de inmunidad contra la crítica despiadada antes que una recuperación con fines serios y ambiciosos.

Al igual que las peores tragedias, determinados resultados no son producto de una sola causa. El clima previo, las amenazas de cánticos poco agradables, desataron una paranoia que los protagonistas decidieron capitalizar para darle un corte, por lo menos momentáneo, a la vorágine negativa que los mantenía presos en su propia jaula de cristal. Ni los supuestos atenuantes, que con tanto ahinco hicieron circular los obsecuentes durante la semana, en un denodado esfuerzo por blindarlos contra el terrorismo mediático, sirvieron para calmar la pesada atmósfera que terminó envolviendo su estrecho mundo. La tibieza del rival también hizo su aporte. Para aderezar con doble condimento la definición, una advertencia los puso en estado de alerta y movilización.

El negocio bien entendido por todos tiene estas cosas. Una victoria tranquiliza a las fieras y sitúa en pausa los arrebatos desestabilizadores de una calma que hace equilibrio aferrada a la baranda de un puente sobre aguas turbulentas. Así encuentra traducción el castigo que acecha a la falsa pertenencia. Quemados los fuegos de artificio, el crédito parece en vías de extinción; sólo hace falta un paso en falso para que la masa le caiga con el peso de la paciencia agotada. Estos días fueron una muestra de lo que podría desatarse si, en la cancha, el fútbol se niega a aparecer. El primer mandatario tendrá que agudizar el ingenio para mantener el barco a flote porque los espejitos de colores ya no engatusan a nadie. Con la mentira institucionalizada, difícil que el cielo ayude.


APOSTILLAS

Sin pudor. Con la subestimación como bandera, el excelentísimo señor presidente salió a explicar lo inexplicable, pero como el perímetro de la entidad ya le queda chico, esta vez incluyó hasta la curia eclesiática. La facilidad con la que supo manipular voluntades lo ha ubicado en un pedestal desde el que se cree capaz de extender su influencia hasta el infinito. Ojota con la factura.

Hipocresía al palo. Algunos renuncian avergonzados por decisiones que dañan su sensibilidad religiosa, sin embargo miran para el costado cuando de deshonestidad dirigencial se trata. Al parecer, el retiro de una imagen afecta más que las certezas de un cambio en el nivel de vida de quienes dejan jirones de su humanidad por el club. Los que amagaron la tienen más clara.

Sinceridad brutal. Con una mueca risueña en su rostro, el volante enfrentó las cámaras y dio su parecer respecto del tema que traspasó las fronteras provinciales. "La pondrán donde quieran los dirigentes que son los dueños del club", señaló, blanqueando lo que todos los socios saben pero prefieren soslayar. Como le pasó a más de uno, cuando lo asuman, probablemente sea tarde.

Para que tenga. Tangencialmente, al desertor le pegaron de todos lados, pero el más duro fue el goleador histórico, quien afirmó que el virginal barullo lo armó "gente malintencionada que habla pelotudeces". Este es el mensaje, que brota desde adentro, para los que en el futuro pretendan renunciar a la causa y, una vez idos, hablar mal del régimen. A pensarlo dos veces.

domingo, septiembre 04, 2011

Atropello a la razón

Luego de la hecatombe, el entrenador, en consonancia con los lineamientos impuestos por esta gestión desde su arribo a la entidad, comenzó a construir su propio relato. Durante la semana, exhibió las primeras muestras. Dijo sentirse "bien, entero y convencido" para revertir el mal momento, destacó "la identidad" (¿¡!?) que supo mostrar el equipo en las primeras tres fechas y anticipó que "antes de hacerle un daño a Colón doy un paso al costado". Una vez finalizados los noventa minutos más oprobiosos de los últimos tiempos, afloró en su fuero íntimo "un orgullo y una satisfacción enorme" por "el sentimiento, valentía, coraje y entereza" de la muchachada para rescatar un empate de visitante, jugando un fútbol lacrimógeno. Curiosas interpretaciones de una realidad que avergüenza a la afición. En el cierre, un toque de victimización coronó la oratoria post partido.

Con la energía puesta en la defensa del ciclo, en su comentario final, el chupalerche primero dio una clase magistral de parodismo interesado tirando sentencias tales como "el duelo lo superó rápidamente" y "ganó el partido de la cabeza". Entretanto, en el pasquinejo vernáculo se despachó con un imperdible panegírico al comprometido conductor que, según su particular visión, lucha y se desangra por la fe que lo empecina. Un claro mensaje a la masa sangre y luto. Nadie debería ser tan desagradecido, ni malintencionado, como para cuestionar al atormentado y sufriente mártir, que está dejando jirones de vida por la entidad que lo parió. No llama la atención que el único respaldo público haya partido de la pluma más comprometida con la falsa pertenencia, voz autorizada para suplantar a los responsables que todavía no se animan a sacar la cabeza del hoyo.

Un esfuerzo que parece en vano. El descalabro en el que está inmerso el plantel, incluidas las lesiones, los estados físicos deplorables y los mentales alterados, pintan un panorama bastante aciago de cara al futuro. Si en el próximo compromiso la derrota vuelve a ser protagonista, el vestuario corre riesgo de colapsar, porque los ánimos hace rato que andan de paseo por la cornisa. Los adláteres de este desaguisado son conscientes de la falta de conducción, pero su manifiesta complicidad los obliga a ponerle el hombro a la situación hasta que la tabla de promedios dispare las luces de alarma. Llegado el momento, la guerra de reproches no dejará títere con cabeza, aunque demasiado tarde para revertir un nuevo fracaso. Si los empates logran mantener a flote la "apuesta", la historia continuará sin cambios sustanciales. Y las aguas de la mediocridad seguirán bañando las costas de la ilusión.


APOSTILLAS

Desaparecido en acción. El excelentísimo señor presidente sigue sin dar señales de vida. El peor momento futbolístico encuentra a la institución en piloto automático y sin figuras que escuchen los tibios reclamos de una comisión directiva que está pintada. Al parecer, los que miran la fiestita de afuera pretenden un golpe de timón; los que la disfrutan, no ven motivos para modificar la hoja de ruta. ¡Faltaba más!

El transportador. Según informó un parodista vernáculo durante la previa, cinco micros partieron de la puerta de la sede para acompañar al equipo, y levantarle el ánimo, después de la hecatombe. Especial atención puso el impresentable vice en decorar la tribuna visitante con un apoyo fuera de lo común para semejante día y horario. La movida de cientos de socios caracterizados fue pergeñada para un veloz borrón y cuenta nueva.

Rápido y furioso. La oposición patrocinó una convocatoria de descontentos para hacer catarsis. Mientras socios, hinchas y simpatizantes sigan durmiendo el sueño de los atolondrados, está claro que el rumbo no va a cambiar. Al primer mandatario no le interesan los reclamos de su propios impares dirigenciales, menos las propuestas que la contra intente presentar, aunque sea por intermedio de terceros que se autoproclaman como "apolíticos".

Daño colateral. Confeso encubridor de realidades ardientes -de esas que la mesa chica procura, a través de sus obsecuentes, ocultar- contestó con un risueño "hablemos en serio" cuando un colega le consultó sobre el rendimiento en reserva de un joven defensor que llegó como alternativa para remendar la última línea titular. Pasada la quinta fecha del torneo ya puede olfatearse el primer negociado del responsable de recolectar refuerzos.