lunes, febrero 02, 2009

Ruleta rusa


Como en el tan temido juego, el objetivo es sobrevivir. Si Colón tendrá la suficiente entereza para alcanzar el propósito, más allá de la incógnita que genera el rendimiento colectivo, dependerá exclusivamente de los protagonistas. Con un equipo que dejó más dudas que certezas en la previa, aventurar un pronóstico sería tarea digna de una pitonisa con intachable curriculum. Sin embargo, si algo tiene a favor el torneo que arranca el próximo fin de semana es que la mayoría de los competidores está en igualdad de condiciones: escasos refuerzos, producciones devaluadas y poca actitud. Semejante característica puede jugar a favor del sabalé si el dt demuestra ser inteligente y encuentra receptividad en la muchachada. De lo contrario, sus días estarán contados.

Por lo pronto, y a raíz de la falta de moneda contante y sonante y de la ineptitud de GL y cía. para cobrar deudas pendientes, se le ha abierto la puerta al piberío expectante. Una apuesta que la afición esperaba –algunos más, otros menos–, no sólo para darse el gusto de examinar el trabajo de inferiores, sino para ver cristalizado el anhelo de disfrutar, con el más profundo de los orgullos, de una cantera rojnegra que sepa honrar los colores en la cancha. El desafío es mayúsculo, pero no imposible de concretar. Para ellos, también será una dura prueba afrontar tamaño compromiso y no defraudar en el intento. Está en juego el futuro de sus carreras en el profesionalismo. Por su lado, el simpatizante, tendrá que aceptar las reglas impuestas; si sale bien, el festejo será conjunto.

A la dirigencia sólo le resta rezar. Si las decisiones tomadas resultan ser un fiasco, varias cabezas penderán del fino hilo que deshilvana el fracaso. Porque sus espaldas ya no aguantarían uno más. Porque cruzados determinados límites, no habría cháchara que consiguiera calmar los ánimos. Porque el colonista quiere resultados y no verso inconsistente. Así las cosas, bien les vendría, a todos los involucrados en la aventura de permanecer, hablar menos y demostrar más. Una actitud humilde y sincera ante la posible adversidad y medida en caso de suceso rutilante. No es mucho pedir, si se tiene en cuenta que quien gusta retar a la fortuna, sabe que tarde o temprano deberá pagar las consecuencias de su osadía. El exceso es reprobable; la prudencia, un don en extinción por estos lares.