viernes, septiembre 18, 2009

Agujero negro


Hace un par de semanas, el pasquinejo vernáculo publicó un artículo acerca de una investigación llevada a cabo por docentes de la unl que arrojó un resultado alarmante: los ingresantes a la educación superior acceden a los claustros con un pensamiento crítico pobre. El trabajo evaluativo puso de manifiesto que las capacidades de los relevados “tales como explicar, sintetizar, relacionar, interpretar, poner en contexto, generalizar, son operatorias de pensamiento que no están muy desarrolladas”. Hasta ahí, y más allá de las responsabilidades que le cabe a ese ente abstracto llamado “sistema”, ninguna rareza.

Lo inaudito es que la problemática se extienda, en particular, a una buena parte de los egresados y, en especial, paradójicamente, a los mismísimos parodistas del vespertino local. Un caso digno de estudio científico debería ser el de quienes tienen a su cargo el suplemento deportivo. Es cierto que no hay que ser un iluminado para comentar, a cinco columnas, un insignificante partido de fútbol, o las incidencias de cualquier otro deporte, según sea el caso; pero habrá que convenir que el análisis crítico es lo más enriquecedor, no sólo a nivel lectura, sino en lo que a formación de opinión se refiere, arista fundamental del oficio.

Es cierto, a las personas en general no les gusta el análisis profundo –hay que pensar demasiado– y mucho menos la crítica. Pareciera que la cotidiana y triste realidad se sobrelleva mejor con las notas edulcoradas y llenas de falsedades y mentiras de algunos manipuladores a sueldo que a veces firman y otras, cuando el contenido es un tanto comprometido, no. Es de un raquitismo mental supremo pensar que con semejante actitud se está cumpliendo con un aporte social destacado. La prueba más contundente es la comunidad que han ayudado a construir. Mientras haya tanta basura disponible, la mediocridad no dejará de ser la norma.