
En contraposición con el análisis simplista, que distrae haciendo hincapié en la suerte o en un fortuito "blooper", sería más certero intentar una explicación que contenga alguna pizca de coherencia para entender por qué pasan ciertas cosas. Es verdad, Colón fue en busca del puntito –lo reconoció uno de los protagonistas, todavía poco ducho en lidiar con micrófonos y cámaras–, munido de un planteo bastante amarrete que lo llevó a replegarse contra su propio arco durante los primeros minutos y a pasar zozobras variopintas en el fondo hasta que el rival decidió tomarse un respiro y sacar el pie del acelerador. Sin embargo, una vez emparejado el trámite, y con la necesidad devorándose al local, sólo era cuestión de aprovechar la oportunidad propicia.
Así fue que se gestó el primer grito en la fresca noche del sábado. Con una buena dosis de paciencia por un lado y de contundencia por otro. Con un goleador que está donde debe estar y que no perdona. Con un veterano que no olvida dónde debe ir a parar un balón que merodea el área. El resto formará parte de la anécdota que engalanará los anales de la historia para regocijo de quienes gustan escudriñar en las rarezas futboleras donde lo insólito provoca asombro e hilaridad. Lo importante son los tres puntos que, a cuatro fechas del final, allanan el camino hacia el objetivo fijado a inicios del torneo. Lo importante es el triunfo conseguido ante un rival directo que le permite al sabalé alejarse del fondo de la tabla a la espera de un cierre sin sobresaltos.
Y si de bucear en aguas sensatas se trata, bien valdría ahondar en un específico porqué. El momento del goleador histórico no es producto de una extraña conjunción planetaria sino de cuestiones más concretas y profundas. En Colón encontró su lugar en el mundo, donde afianzarse como goleador de raza –cosa que no pudo lograr en otras instituciones–; donde demostrar, y demostrarse, que a su edad es posible mantener la vigencia si se encauzan las energías en pos de una aspiración determinada. Un combo potenciado por las críticas en contra, los designios oscuros y las probabilidades desfavorables. Y sobre todo, haciendo uso de una característica olvidada en SF, esa que está emparentada con el inconformismo. Aspirar a la propia superación, a pesar de los obstáculos, no es poca cosa. Ambiciones, aparte.
APOSTILLAS



