miércoles, febrero 10, 2010

Hola y adiós

A pesar de la mala espina con que la afición se retiró del Brigadier luego del ajustado triunfo que rescató el sabalé durante los primeros noventa minutos del sueño copero, nada detuvo la ilusión. Tanto así que, acarreando un bagaje lleno de esperanza, cruzó la cordillera con la expectativa intacta, dispuesta a transformarse en el sostén anímico de los gladiadores que saltaran a la arena definitoria. Sin embargo, no alcanzó. Como el vuelo rasante de un ave trasandina, el anhelo pasó de largo a una velocidad inusitada, dejando un espacio vacío donde antes anidó la quimera del oro. Estuvo cerca. Pero… ¿qué significa estar cerca si la distancia que separa el todo de la nada parece infinita en la derrota? Definitivamente, no sirve como consuelo.

Se le podrá achacar la culpa al entrenador por plantear mal el partido. Se podrá responsabilizar a los intérpretes por no haber sabido interpretar a la perfección el libreto. Se podrá cargar contra el árbitro y sus colaboradores. Se podrá buscar excusas en las lesiones. Y hasta se podrá reconocer, tibiamente, la superioridad del rival. Lo cierto es que futbolísticamente este Colón no estuvo a la altura de la circunstancias. No le faltó convicción, no le faltó actitud, no le faltó personalidad, sólo le faltó volumen de juego. Un detalle fundamental si se pretende avanzar en un torneo de máxima exigencia. El día después muchos destacarán el mérito de haber estado, pero en el silencio que impone la reflexión no hay atenuante que valga.

Ahora habrá que enfocarse en el torneo local con la firme intención de pelear el primer puesto; no el segundo, ni el tercero, ni el cuarto. Plantel, sobra. En cuanto a las bajas, no deberían preocupar tanto las lesiones de los veteranos capitanes si detrás de ellos hay una larga lista de suplentes esperando turno para demostrar su valía. Respecto del entrenador, ojalá tenga la muñeca necesaria para manejar un grupo tan numeroso y frustrado, especialmente a los pibes que se entusiasmaron con la posibilidad de un lugar en el primer equipo. Y en lo que atañe a la dirigencia, no le vendría mal un buen baño de humildad. La desesperación por trascender más allá del ladrillo no le deja ver la ridícula estela que deja tras su paso.


APOSTILLAS

Vino picado. Adelantarse a los hechos suele tener sus inconvenientes. ¿Qué pasará con las cajas del elixir derivado de la uva, alegóricas a la ilusión copera, que la dirigencia encargó especialmente y tuvo que encanutar cuando se enteró de la instancia eliminatoria? Más de uno estará ahogando las penas, doblando el codo, al compás del “tomo y obligo, mándese un trago”.

Fea la actitud. Sabido es que al goleador histórico lo ponen fastidioso, e incontinente, las derrotas. A pesar de haber reconocido que el rival fue superior se descargó con el árbitro del encuentro –cuando no– diciéndole de todo, menos bonito. Lo lamentable fue el remate: “Así son los paraguayos”, descerrajó, olvidando que uno de sus compañeros proviene del vecino país.

Invitados de lujo. Para bendecir la dura parada, nada mejor que un representante del ministerio pastoral. Para congraciarse con las altas esferas, nada mejor que una “recchia signora” engalanando el pasaje. El “biondo gnocchi” guiña un ojo y la farrándula vernácula se deja seducir. ¿O será que era necesaria la presencia de un representante de agremiados, por las dudas?

La Destacada:


De cuarta. En este viaje a tierras trasandinas, las crónicas del parodismo vernáculo, lambiscón y rastrero, dieron vergüenza ajena. Las barrabasadas para llenar espacio estuvieron a la orden del día. Las más desopilantes: “El pisco se hace con pisco”, “La macha es como una almeja, un bicho bah”, “Chile es el segundo exportador de salmón después de... Hungría (¡¡¡¿¿¿???!!!)”. Y las imágenes exclusivas del notiyeta, de principiante. El chupalerchismo les sale de maravillas, el oficio les queda muuuy grande.