miércoles, noviembre 24, 2010

Como con bronca y junando

Desde que comenzó esta nueva etapa, la ilusión de la tribuna sube y baja, al ritmo de los resultados Las buenas producciones alimentan la esperanza, elevándola a niveles insospechados; las malas, la bajan de un hondazo a velocidad luz. El escenario previo se planteó ideal. Un rival disminuido, tal y como les gusta a los mediocres. Algo más de sesenta minutos en superioridad numérica, tal y como les gusta a los ventajeros. Sin embargo, el negro sufrió –superado en el juego– en el primer tiempo y empujó –a fuerza de amor propio– en el segundo. Sólo le alcanzó para un desabrido empate, justo cuando las expectativas apuntaban a torcer el mal comienzo de torneo. Esta vez, no supo capitalizar ni las favorables condiciones del trámite.

Por lo pronto, no es un buen síntoma que el entrenador continúe añorando cuarenta y cinco minutos que hace rato pasaron a la historia. A esta altura, ya se habrá dado cuenta de que no es tan fácil alcanzar un rendimiento colectivo equilibrado y pasible de ser sostenido en el tiempo. No es tarea sencilla imprimirle una identidad al equipo, que hasta ahora sólo apareció en contadas ocasiones. En su defensa, bien valdría considerar que está moviéndose en un escenario que no delineó ni preparó, pero la excusa comienza a diluirse cuando de “proyecto” se habla. Si las bases y los lineamientos configuran una construcción única, como sostiene la dirigencia, el barajar y dar de nuevo componen una discordancia, aún contemplando el recambio en la conducción.

Es cierto lo que dicen los protagonistas. Como están dadas las cosas, lo mejor es sumar para remontar la idea de fracaso que mancilló la primera parte del torneo. Con el mayorista de humaredas, de veintiún puntos sólo seis se anotaron en el haber. En el presente ciclo, de veintiún porotos, catorce pasaron a incrementar la cuenta. Los números son indiscutibles, pero futbolísticamente la muchachada está en deuda. Si la recuperación en algunos aspectos ha sido producto del envión anímico que siempre acarrea un cambio de técnico, las cosas pueden complicarse. Faltan cuatro capítulos para cerrar un semestre en el que mucho se invirtió y nada se cosechó. Así las cosas, hablar de refuerzos, con nombre y apellido, es un indicio elocuente del balance final.


APOSTILLAS

Hasta la coronilla. Nadando en las aguas que más le gustan, el primer mandatario se rodeó de un selecto auditorio para monologar sobre su brillante gestión en pos del crecimiento, ya no de la institución sino, “de la región”. Salvo quienes viven de sus dádivas, y quienes esperan ansiosos un turno, el resto de los presentes intentó disimular el hartazgo que le produce el discurso presidencial. ¡Aflojando un poco!

Unidad de negocios. La dirigencia debería explicar qué papel cumple en la comisión empresario gastronómico famoso por hacer piruetas colgado de un cable. Sin ponerse colorado, el vocero mudo le pasó la posta para que diera detalles del evento que, al parecer, se ocupó de organizar, cuando desde la emisora enredada le pidieron precisiones al respecto. ¡Marche una especial de jamón y morrones!

Caído en desgracia. El patrón del rectángulo de juego no puede creer que esté perdiendo su influencia en los hombres de negro. Después de agotar la paciencia del de turno, no tuvo más remedio que ver la amarilla. Aunque debería estar agradecido; zafó de verse condicionado desde el inicio por tirar la pelota afuera con fastidio luego de que el línea le marcara su segunda posición adelantada. ¡Relajate y disfrutá!

Peligro de extinción. Mientras le apuestan hasta sus propios calcetines a la continuidad de la falsa pertenencia –en resguardo de lo que pescan gracias a su interesado apoyo–, los chupalerches intentan salvarse de un posible naufragio. A la pérdida de sus pobres espacios de propaganda paraoficial ahora deben sumarle la caída en la audiencia de las mañanas obsecuentes. ¿Para cuándo la exclusiva con el entrenador?