jueves, mayo 08, 2014

A la vuelta de la esquina

Muchos esperaban festejar un nuevo aniversario con un triunfo que sellara las serias aspiraciones al título, o por lo menos sumando un punto que ayudara a alejar el peligro de caer en zona de descenso; sin embargo, la derrota no sólo lo apartó definitivamente de la conversación por el podio sino que lo dejó por un momento entre los últimos tres pintados de rojo en el fondo de la tabla de los promedios y lo sumió en un mar de dudas cuando restan apenas dos cruciales fechas para la definición. Y con el epílogo soplando la nuca, los nervios volvieron a cobrar protagonismo dándole marcha al carrusel de alternativas viables que le permita apropiarse de la sortija redentora y ahuyentar el fantasma tan temido.

Depender de su propio potencial, esperar que a los rivales directos les vaya mal, rogar para que a los próximos contendientes les de un ataque de conmiseración que ayude a allanar el camino hacia a la salvación. Cambiar de estrategia, reforzar la que hasta ahora ha dado mayores resultados. Encender velas, hacer descabelladas promesas y hasta poner en práctica cábalas supuestamente infalibles. Todo vale a la hora de las consideraciones finales. Aunque a esta altura ni uno solo se anime a reprocharle nada al grupo que en cancha puso más de lo que el más optimista hubiera esperado, está claro que el entusiasmo que se contagió de afuera hacia adentro y de adentro hacia afuera no quiere terminar opacado con el peor de los desenlaces.

No importa que el don haya pergeñado un próximo certamen a la medida de las circunstancias. Clubes fundidos, planteles sin jerarquía, dirigentes ineptos en el mejor de los casos y delincuentes en el peor, violencia en las tribunas y un agujero negro económico financiero que no para de deglutir dineros públicos. Nadie con un mínimo de dignidad quiere caer en la vergüenza que representa perder la categoría, menos teniendo un ejemplo cercano que sirvió de mofa durante tanto tiempo. El mérito está en permanecer, dejando la piel y los huesos sobre el campo de juego, haciéndole honor a la historia. Y no vale flaquear en los metros finales. Sólo faltan ciento ochenta minutos definitorios. El objetivo está cerca.


APOSTILLAS

Durmiendo la siesta. Pasan los días, pasan los meses y no se sabe nada de dos temas cruciales. La falsa pertenencia sigue impune y la sanción que se llevó seis puntos vitales no tiene ni miras de ser levantada. Con el verso de que están respetando las prioridades, los tiempos de la justicia y siguiendo los carriles normales para presentarse como querellantes, los asuntos más importantes continúan en sala de espera. No sea cosa que una movida dependa de la otra.

Punto de ebullición. El entrenador se recalentó con un par de cuestiones que, creyó, incidieron en el resultado. No estuvo de acuerdo con la designación del hombre de negro y tampoco con la inacción de la dirigencia al respecto. No le gustó para nada el estado del campo de juego y descargó bronca contra el canchero y la comisión directiva de haber tomado una decisión inoportuna. Dice que no le gusta llorar pero adhiere a "el que no llora no mama".

Correctivo a la orden. Dicen las malas lenguas, esas que nunca faltan, que el entrenador irrumpió furioso en una reunión de comisión después de merendarse con unas letras de molde que daban cuenta del interés de instituciones extranjeras por varios protagonistas de la batalla del siglo. El conductor piensa que con la mente puesta en el bolsillo se diluye la energía que debe volcarse exclusivamente en la concreción del objetivo. Ojo con desviarse del rumbo.

Ni olvido, ni perdón. Cada vez que el hemisferio pensante de la dupla que anima los mediodías asoleados tiene a su cargo los comentarios del encuentro no pierde oportunidad de pegarle en el medio del hígado a la falsa pertenencia. Si alguien creía que con la salida de escena de la banda en fuga la sopapeada iba a ir en disminución pues estaba equivocado. Muy por el contrario, el latrocinio sigue vivo en la memoria de quienes padecieron las peores vejaciones.