
Quince minutos le bastaron al avezado conductor para cambiar la historia y transformar una imagen apta para nostálgicos en la verdad revelada. Una minúscula muestra de lo que significa entender la esencia del fútbol; ahondar minuciosamente en el entramado del juego, corregir errores a tiempo y asir los laureles sin memoria. En definitiva, táctica y estrategia, ensambladas con inteligencia, al servicio de la victoria. Virtud de quien supo rescatar, en apenas un cuarto de hora, lo que la mala fortuna le negó en medio torneo. Cerrado el primer cotejo de diecinueve en disputa ¿quién puede negar que el equipo está para cosas importantes? Después de una ráfaga de furiosa marea rojinegra nadie se atrevería a ponerle un cabestro a la ilusión.
Ganar en un reducto esquivo, remontando lo que apuntaba a derrota segura, tiene sus méritos; sin embargo, lo más importante habría que buscarlo por otro lado. Saber administrar la pelota con criterio cuando el rival cede protagonismo, sacar provecho del sector más débil del adversario y nunca renunciar a la posibilidad del ataque; reacción anímica y futbolística, en dosis iguales. Para el acto de contrición queda el porqué de una primera parte deplorable; mientras que a la hora del balance general, habrá que tener en cuenta que la formación sufrirá variantes. Una vez que estén todos los recién llegados a disposición, el once saldrá a la cancha con rostros frescos. Se espera que algunos nombres cubran con mayor eficiencia puestos clave, especialmente en defensa.
Por lo pronto, la afición está feliz. Y la muchachada también. El abrazo del final -toda una declaración de principios- dejó en evidencia que la conquista fue mucho más que una cruz en el casillero del visitante. Repetir el festejo será un desafío para quienes arrastran como un estigma la mueca de la frustración. Los emblemas del fracaso saben que esta temporada puede ser la última para unos cuantos porque hay ciclos que van camino al cierre definitivo. Dejar algo de donde se llevaron tanto no estaría nada mal. En cuanto al técnico, una evaluación que lo sindique como líder de una ambiciosa asonada aún cotiza en el rango de lo improbable. Absorbido por la voracidad del sistema, una razón comprobada lo desvela. Los monstruos se agitan solos.
APOSTILLAS



