martes, abril 03, 2012

Que parezca un accidente

El empate dejó a unos cuantos masticando bronca. Mientras la celebración de lo que sería el tanto de la victoria todavía estaba fresca, un error del guardameta ahogó el festejo por la conquista de los tres puntos y desató la polémica. Es que el culpable de tamaño desatino en el minuto final de la contienda no deja de acumular puntos en contra en la estima de la afición. Ultimamente sus yerros le van ganando la partida a las buenas intervenciones; y aunque mínimos, dentro de rendimientos casi siempre aceptables, suelen resultar determinantes a la hora de la definición y eso no se perdona. El combo se completa con declaraciones poco felices y una actitud desafiante que genera rechazo.

Desde que se unió a la cofradía que hasta hace unos días manejaba los hilos del plantel, su cultivado bajo perfil trastocó en una imagen desagradable, cuya arrogante ignorancia mide todo en términos de buena o mala fortuna. "Hay que seguir trabajando para sacarnos esta sal que tenemos", argumentó frente a los micrófonos, a la salida del vestuario. Según se desprende de sus palabras, las actividades extrafutbolísticas que los posicionaron como artífices del papelón del año a nivel nacional, no han sido suficientes para atraer a la esquiva suerte y así escapar de la mediocridad generalizada. Hoy, desgastado y sin motivación, parece poco interesado en renovar su vínculo con la institución. El cambio de aire asoma como certeza.

Más allá del lapsus y sus consecuencias, el equipo comienza a evidenciar una leve mejoría, aunque el clima interno se asemeje a un volcán en permanente peligro de erupción. Las fisuras emergen sin necesidad de hurgar demasiado en la intimidad. Sería preocupante que el debilitamiento del poder de unos se potencie en la negatividad de otros; cuestión que flaco favor le haría al conjunto, en momentos en que el conductor se halla abocado a encontrarle la vuelta al descalabro heredado. Por lo pronto, las energías están puestas en enderezar el rumbo, sin mayores expectativas de superar la mitad de tabla. La mayoría espera renovación con el cierre de la temporada. De la mano del técnico, si le dan la oportunidad, puede revertirse la historia.


APOSTILLAS

Limando asperezas. Las malas lenguas ventilaron los pormenores de una reunión secreta entre el excelentísimo señor presidente y el impresentable vice para recomponer una relación quebrada. Con la aceptación de las objeciones a la, ahora, trunca incorporación, el primero creyó sosegar al segundo y el segundo creyó retornar a la consideración del primero. Ni una cosa, ni la otra.

Frentes abiertos. El conductor no gana para sustos. Al desvelo por acabar con la hegemonía del líder negativo ahora debe sumar los cortocircuitos desatados por causa de egos descarriados y la probable gestación de una nueva pandilla, reemplazante de la que está en vías de extinción. El "¡basta!" que les dedicó a los desacatados sonó a prólogo de ciencia ficción. A poner los puntos.

Rey muerto. Los fisgones que nunca faltan batieron que al cuerpo técnico no le cayó nada bien la tonta expulsión del veterano veinte el día del punto regalado. Habrá que ver si la mano dura se anima a mandarlo al banco, arriesgándose a un rictus delator en hd, o si surge alguna molestia física de esas que, muy oportunamente, acostumbran atacarlo en resguardo de su dilatada trayectoria.

Rey puesto. El volante goleador concluyó que "en una cancha difícil, el plan funcionó perfecto". Las confortables condiciones que supo cosechar, atado a los botines del goleador histórico, son más valiosas que la lealtad. Y como todavía tiene mucho para dar, prefiere hacer borrón y cuenta nueva, postulándose primero en la línea sucesoria. Total al compadre le queda poco.