martes, febrero 21, 2012

El dolor de ya no ser

El efecto arrastre se cobró su primera víctima más rápido de lo esperado. Ciento ochenta minutos fueron suficientes para acabar con los pronósticos más optimistas, sacudidos por dirigentes, ahora ex cuerpo técnico, plantel y parodismo rentado antes, durante y después de la pretemporada. La vergüenza de la última derrota colmó la paciencia de la afición que, previendo otra hecatombe en la cuarta fecha, pidió a gritos un cambio antes de volver a sufrir el escarnio público con el hecho consumado. Y el excelentísimo señor presidente, tan atento al sentir popular, no la defraudó. Ni siquiera hubo tiempo para agradecer los servicios prestados; que pase el que sigue, rápido y sin anestesia.

Algo pasó, especulan los rumores; hubo amenazas, afirman los que saben. O tal vez, el hombre de la casa se dio cuenta de sus limitaciones, o dejó de creer en su propio relato, o se cansó de ser el rostro visible de una fantochada. El sollozo del final desnudó un espíritu sin espalda para cargar con las mentiras impuestas desde la cúspide y la hipocresía del llano. Intentó ser partícipe de la historia armada por unos y otros y terminó enjugándose las lágrimas, sin que nadie le ofreciera un hombro donde llorar. Tampoco hay que esperar que hable. Nunca rompería los famosos "códigos". Volverá al lugar de donde salió, en silencio, a seguir sobreviviendo, masticando el recuerdo de un sueño trunco.

De todas maneras, nada hace suponer que los ánimos de las gradas entren en estado de sosiego. Tampoco el que viene arreglará las cosas con un par de pases mágicos. Los protagonistas de esta obra de terror son los mismos, arriba y abajo, por lo tanto muchos interrogantes comenzarán a dominar la escena de cara al futuro. El primero que se impone es si el flamante conductor logrará amansar a las fieras, viejas y mañosas, que manejan el vestuario. Tarea difícil. Más allá de gustos y preferencias, por lo menos el amigo del secretario técnico, apalabrado ya hace un tiempo, sabe de fútbol y, en un principio, impondrá respeto. Habrá que ver si resiste el embate de la cruda realidad.


APOSTILLAS

Cerrado por reformas. El primer mandatario ha decidido disminuir su nivel de exposición pública. Con la novedosa estratagema pretende no ser el blanco de insultos e improperios de cara al clásico y a lo que sea que depare el porvenir. La idea de reemplazar una imagen desgastada por otra joven y fresca no va a andar. La masa se la tiene jurada y se la va a cobrar igual.

Curso acelerado. El secretario técnico estrenó responsabilidades. Poner la caripela en lugar de la erosionada dirigencia y recomendar amigos dignos de su entera confianza. Si realmente piensa que su comienzo fue movidito, mejor que se prepare para el día en que se de cuenta con qué bueyes está arando. Puede repetirse la historieta de aquél que, en otro espacio, huyó despavorido cuando vio "algo" que no le gustó.

Piquete de la abundancia. Los que después del último bochorno se escaparon por la puerta de atrás, están planificando estrategias para no perder los privilegios adquiridos. En principio, piensan seguir la metodología que hasta ahora les ha dado pingües resultados. Demostrar predisposición hasta ver cómo viene la mano y después desmadre total... total siempre hay otro haciendo fila.

A media asta. El parodismo rastrero acusa una nueva batalla perdida. A pesar de los esfuerzos, otra vez quedó en orsai defendiendo el "proyecto" que aporta a sus cuentas bancarias. Las edulcoradas letras de molde con que intentaron endulzarle los oídos a la afición durante la pretemporada no fueron suficientes para convencerla del mundo feliz de la falsa pertenencia. Ojota porque también están en la mira.