jueves, septiembre 22, 2011

Circo sobre hielo

Cuatro días duró la ensoñación que embriagó al mundo rojinegro luego del último triunfo de visitante. En el ocaso del pasado viernes, y con el ánimo por las nubes, los protagonistas se deshicieron en elogios hacia sí mismos. "Este es un equipo de hombres y vamos a pelear en cualquier cancha", dijo el goleador histórico en la ocasión. "Siempre jugamos ordenaditos", aportó el guardameta, afectado por una especie de extraña amnesia. "Hicimos un partido inteligente", cerró, satisfecho, el entrenador, entre vítores dirigenciales. Incluso hubo tiempo para elogiar, dándolo por recuperado, a delantero venido a menos, autor del tanto de la victoria. Noventa y seis horas después, las palabras suenan vetustas y en el campo de las realidades sólo queda el sabor amargo de la sinrazón.

Mientras las gradas buscan respuestas que mitiguen su decepción, los protagonistas emiten un comunicado inverosímil, conectados a una dimensión desconocida. Si en lugar de demostrar compromiso con un objetivo, y aprovechar la oportunidad para afirmarse como conjunto con aspiraciones, se muestran presos de una maraña de mentiras tejida dentro de su propio seno, difícil hallar el rumbo. La mendacidad es un mal que corroe y se extiende sin control como dolencia incurable. Puede dar réditos temporarios, puede ayudar a posicionar figuras en un ámbito sin valores, pero tarde o temprano sus efectos devastadores aniquilan sin piedad. Cuando la afección invade órganos vitales, no hay terapia que surta efecto. Al respecto, las estadísticas son implacables. La única esperanza es la prevención.

Así las cosas, con el primer mandatario en estado vegetativo, su séquito anestesiado por interés, el personal bajo contrato infectado por el virus del dale que va sin control y el parodismo prostituto tapando la epidemia, no habrá fuerza superior que detenga el trágico desenlace. Tarde o temprano, la verdad será revelada y todos quedarán expuestos. Ya le pasó a unos cuantos, aunque la espera haya sido larga. Ocho, catorce o treinta años. Y hasta con títulos incluidos. El tiempo es implacable, como las enfermedades terminales. Lo triste, en todo caso, no es el final, sino esa compulsiva predisposición a la reincidencia. No por nada el sabio acervo popular insiste en afirmar que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. En la paciencia está la respuesta.


APOSTILLAS

Acto penitencial. Más allá de la autopista crecen los rumores de una coronación anticipada. Sin embargo, y aunque al excelentísimo señor presidente le gustaría ocupar las tapas de los medios en función del cotilleo porteño, su caripela anda dando vueltas por un sacrilegio. La bola se ha hecho tan grande que ni siquiera el famoso "todo pasa" la puede parar. De pensamiento, palabra, obra y omisión.

Domador de fieritas. Al disciplinador de socios caracterizados se le está escapando la tortuga. Incidentes con exhibición de armas blancas en la tribuna norte y arrebatos en las inmediaciones del estadio preocupan a socios y simpatizantes. Se ve que el impresentable vice anda ocupado en temas más importantes, como, por ejemplo, satisfacer los gustos de los referentes, que van desde cuestiones de irrigación hasta esotéricas.

Mucha oración. Extremadamente ofuscado se mostró el vocero mudo al ser consultado sobre el tema del momento. "Se están diciendo muchas mentiras, el plantel está llevando a cabo la restauración", vociferó para los micrófonos de la emisora universitaria. "La institución emitió un comunicado y nadie se tomó el trabajo de leerlo", apuntó disgustado por la falta de reconocimiento hacia su desinteresada labor. ¡Injusticia!

Había una vez. Muy lindo el cuentito del delantero desgarrado que iba a recuperarse milagrosamente en tiempo récord. Más lindo todavía el del delantero restablecido que ocupa un lugar en el banco. Insuperable el del delantero en reacondicionamiento físico. La afición espera ansiosa el cuarto capítulo de la fábula charrúa. Entre equipo médico, cuerpo técnico y asesores pirinchos algo se les va ocurrir para la próxima.