martes, febrero 25, 2014

Vientos de cambio

La emoción tomó por asalto a la multitud y se adueñó de la noche. Por la trascendencia de la convocatoria, por el espectacular marco, por el desarrollo del encuentro y por el resultado. Emoción por ver a un puñado de pibes demostrar, contra sus propias limitaciones, lo que otros, hace apenas unos meses y con todo a favor, nunca pudieron. Emoción por advertir que el sacrificio puesto de manifiesto en cancha por fin tenía correlación con el sentimiento que baja de las gradas. Emoción por percibir que el reencuentro con las raíces es capaz de borrar años de imposturas.

Para emocionar no necesitó de nadie. Ni de un goleador histórico, ni del volante con más anotaciones del fútbol vernáculo, ni de un par que solía ufanarse de llevar los colores en la sangre. Ni de unos dirigentes con ínfulas europeas, ni de un entrenador charlatán, ni de un parodismo rastrero. Sólo hizo uso del enorme coraje que brotó de cada pecho comprometido con el momento. De los que decidieron quedarse, conscientes de lo dura que sería la aventura, y de los que asumieron la responsabilidad por el simple hecho de sentirse orgullosos de representar a la institución que les dio cobijo.

Al cierre de la conmovedora jornada, las voces fueron coincidentes. Sea lo que sea que depare el destino, este equipo se ganó la confianza y el respeto de una afición golpeada. Harta de vividores, farsantes y lambiscones a sueldo, y con la cruda realidad sobre la mesa, resolvió rendirse ante la humildad que vio la luz porque no había otro remedio y al valor que apareció como consecuencia del instante límite. Más allá del orden táctico que le supo imprimir el técnico, el mérito le corresponde al manojo de voluntades que aparte de hacer bien los deberes ofrece lo que siempre exigió la afición.


APOSTILLAS

De nunca acabar. La cancelación de la bendita deuda que derivó en la quita de seis puntos todavía está en veremos. Que hoy, que mañana, que pasado. Que falta una autorización, que falta llenar un formulario, que falta una firma. "No va a pasar de esta semana", aseguró el vice en la previa. Menos mal que la paciencia de los acreedores resultó infinita. De otros no se dice lo mismo.

La mesa está servida. A pesar de haber sido cancelada la deuda que se mantenía con el restó del hotel de campo, el plantel profesional, cuando corresponde, manduca en la pensión. Gracias al canje, la muchachada mantiene una dieta balanceada pero sin los lujos del pasado. Si la situación no mejora, próximamente, cada jugador deberá asistir a la concentración con su propia vianda.

Crecer de golpe. El impensado goleador del equipo enfrentó a las cámaras con honestidad brutal. "Vengo ganando confianza, no me sobra nada", dijo derritiéndose en su propio sudor. Lo cierto es que sus cuatro goles en tres partidos pusieron a sus detractores en una posición incómoda. Si sostiene el rendimiento dará que hablar, si no pasará como tantos otros antes.

Tono de espera. El parodismo vernáculo extraña la cháchara. Acostumbrado a llenar horas de aire con la mentirosa verborragia de la falsa pertenencia, hoy le demanda a la cúpula dirigencial mayor exposición. Algunos no entienden que no haya nada agradable que comentar, ni buenas noticias para difundir. Cualquier cosa menos que no les atiendan el teléfono.