martes, mayo 01, 2012

De capa caída

La derrota pulverizó las ilusiones de aquéllos que imaginaron un acceso por la puerta grande al lote de protagonistas del torneo, devolviéndolos a la realidad de elenco estable en mitad de tabla de posiciones. Aunque al principio entusiasmó la falta de respeto con que la sangre y luto sorprendió al rival, imponiendo la agresividad de su juego, al final la jerarquía del puntero dictó sentencia poniendo las cosas en su lugar con la naturalidad del que se sabe superior, inclusive en inferioridad numérica. Una vez más, como tantas otras, la prueba resultó insalvable. Lo triste del caso es que las miles de almas que acompañaron, volvieron con la certeza de que la mejoría futbolística todavía no alcanza para elevar el nivel de aspiraciones.

Ni el toque en la zona media, definido en la formación inicial, ni la vuelta a las fuentes en los albores del segundo tiempo, pudieron cambiar la historia. Y es que con uno menos de entrada, se hace difícil. Los pelotazos que, durante toda la primera etapa, siempre encontraron al veterano veinte en posición adelantada, sirvieron para que el entrenador decidiera desarmar el doble cinco y buscar alternativas con una mayor generación de juego que tampoco prosperó. La falta de definición que persigue a los pibes volvió a ser un karma a la hora de buscar el empate. Con uno repitiéndose en las jugadas, con otro inmaduro al momento de la frialdad y con un tercero totalmente desconocido, la deuda del futuro continúa pendiente.

Del traspié, algunas cuestiones pueden rescatarse con vistas al tramo final del campeonato. Repetir la fórmula que ha dado mayores beneficios, buscar opciones a la caducidad, profundizar el trabajo con los jóvenes -si en verdad pretenden resguardarlos como capital-, son algunos puntos que deberían tenerse en cuenta en la búsqueda, no sólo de sumar puntos sino de consolidar una idea para afrontar el cambio que indefectiblemente llegará a fin de temporada. Si bien el ánimo de la afición fluctúa de acuerdo al resultado, no cabe desperdiciar la oportunidad de rehacer el plantel de cara a un crecimiento sostenido, que no dependa de capangas en vías de extinción. El desarrollo de la próxima pulseada condicionará el porvenir.


APOSTILLAS

Cara de piedra. Dispuesto a desmentir certezas, el excelentísimo señor presidente pidió aire en la mismísima usina de información indeseable. Que no le da importancia a las habladurías de tinte político, que los sueldos están al día, que hay algunas dificultades financieras pero no económicas, que se ha pagado el concurso, que todavía existen deudas añosas por cobrar y que cambió de cura amigo. La bola ya es imparable.

Boquitas pintadas. En el fragor del análisis póstumo, el entrenador señaló que "fue un partido parejo", pero "nos faltó manejar mejor la pelota, no tuvimos sorpresa, no aprovechamos el hombre de más, entramos en la desesperación, no nos movimos bien en defensa"; en fin, lo que se dice "un gran partido". Menos mal que se fue conforme porque "hay un crecimiento", que sino, vuelve a agarrar la escoba y listo.

Paquete con moño. El cuerpo médico tuvo que masticarse el desaire del delantero roto que decidió pasar por otras manos a la hora de ingresar al quirófano. El licenciado amigo íntimo del goleador histórico, alguna vez despedido y al toque reincorporado y ascendido, fue el encargado de monitorear la intervención que arrojó resultados sorprendentes. No hay nada de qué preocuparse, para seguir rompiéndose tiene todo el futuro por delante.

Líneas congestionadas. Al joven volante que le hicieron cruzar la cordillera nadie le contesta el teléfono. Devuelto por problemas físicos, hoy entrena por su cuenta a la espera de que algún dirigente se digne a atender sus llamadas. Otro que está de vuelta, condenado a practicar con las inferiores, es quien cierta vez fue calificado como "el mejor jugador del plantel" por un prócer contemporáneo. Eso se llama velar por los intereses del club.