martes, abril 13, 2010

Cancha chica, infierno grande

Cuando ciertos discursos entran en fase terminal, nada mejor que resucitar viejos fantasmas. Una vez finalizado el encuentro, la noticia no pasó por el desarrollo del partido, por la actuación del equipo, por el resultado adverso, por el pésimo arbitraje. En esta oportunidad, la tapa fue para el entrenador, quien con sus declaraciones desempolvó la fábula de la mano negra que acecha a Colón, esa que está siempre dispuesta a ponerle un freno a sus más caras aspiraciones. Ninguna referencia a los propios errores, al penal mal pateado, a una defensa sin reacción, a un medio campo tibio y con pocas ideas y a una ofensiva inofensiva. Hasta la ligó el próximo rival, en una referencia sin sentido, digna de quien agotó sus argumentos.

La historia empezó bien, pero una oportunidad malograda trastocó el relato. Lógicamente, después de ese segundo fatal, el adversario aprovechó el desconcierto del negro y se puso en ventaja. Un horror del línea que marcaba el ataque local, terminó por diezmar la voluntad del conjunto que padeció demasiado la falta de una presencia goleadora. Ahora, como en otros tiempos, y a pesar del marcado optimismo que expresó el técnico respecto de la clasificación a otra aventura copera, habrá que esperar, no sólo una buena cosecha de puntos en los partidos que restan del torneo, sino que otros candidatos dejen algunos en el camino. Si bien es cierto que la situación es muy distinta a la anterior, la calculadora vuelve a cobrar protagonismo.

Tal vez se esté pagando caro la mala elección de las incorporaciones y la ausencia de un sucesor del goleador histórico. Cuestiones de absoluta responsabilidad de este cuerpo técnico y de los innumerables cráneos que manejan las inferiores, respectivamente. A ambos resortes con poder de decisión también habría que achacarles la incapacidad para resolver las dificultades que acusan los pibes del club a la hora de afianzarse en la primera, clara muestra de que algo está fallando. Más allá de la mentirosa revolución de la falsa pertenencia, cuesta entender por qué a los retoños de la cantera les resulta tan problemático alcanzar un rendimiento regular que les facilite la permanencia en el equipo profesional. Mucha estructura, escasos resultados.


APOSTILLAS

Boleto para pasear. Al parecer la economía de la institución no estaría del todo bien. Tanta obra proyectada está acaparando demasiados billetes en detrimento de los destinados a la conformación del equipo que encarará la próxima temporada. El primer mandatario anduvo de “rotation”, viendo jugadores de una divisional menor. Seguirá en espera “el salto de calidad”.

Aquí, allá y en todas partes. Se acerca el final del torneo y otra vez sopa. Que el goleador histórico cuelga los botines, que sigue hasta diciembre, que tiene ofertas millonarias del exterior, que quiere pelear una copa con la sangre y luto. Dentro de las posibilidades nadie evalúa aún, que en diciembre aparezca como el sucesor del “biondo gnocchi”. ¡Sorpresa!

Dejalo ser. En caliente, el chupalerche primero, analiza el partido pensando en no defraudar a la mano que alimenta su bolsillo. En las mañanas obsecuentes, más calmado, dibuja la realidad para hacerla menos dolorosa. Al mediodía, bajo el influjo de la dulpa asoleada, no le queda otra que tomarse un trago del suero de la verdad y cantar la justa. De mayor a menor.


La Destacada
Ocho días a la semana. El empleado del club, que todos los socios mantienen con su aporte mensual, encargado de los contenidos de la web oficial, omitió publicar una info importante para conocimiento de todos los interesados en las gestiones encaradas por la conducción de la entidad. La filial hermana de la cuenca lechera descendió de categoría a pesar del costoso aporte rojinegro. El “convenio de nivel internacional”, anunciado con bombos y platillos, debutó con un traspié que, por lo visto, para algunos es mejor ocultar. No sólo la palabra “fracaso” está prohibida, también la difusión de los hechos que el término designa.