jueves, abril 10, 2014

Patinada en el barro

Nadie puede sentirse defraudado. En el imaginario colectivo, la derrota siempre tuvo una sola apariencia. La de la hidalgía, la entrega y la lucha hasta el minuto final. Tal y como se dio frente a un rival de jerarquía que supo aplicar una fórmula hasta ahora indescifrable para el modelo que intenta escaparle al descenso. La desventaja en el tanteador resulta un dilema difícil de resolver en el pizarrón donde los trazos dedicados al circuito futbolístico quedan relegados ante el cultivado diseño defensivo, una muestra de que para alcanzar la meta hace falta una pizca de calidad que probablemente no llegue a ponerse de manifiesto antes del final por falta de una trama e intérpretes acordes.

Ante cada porrazo, el necesitado se lamenta y vuelve a discutir sobre factibilidades propias y eventualidades ajenas. Desde el principio la afición sabía que cada fecha representaría un calvario, con subas y bajas incluidas entre el cielo y el infierno hasta el final de la novela, sin imaginar que las ambiciones de este grupo limitado iba a rescatar las esperanzas del fondo del abismo. El alivio prematuro tal vez llevó a desatar falsas expectativas, esas que ante cada tropiezo parecen volver de una cachetada a la cruda realidad; no obstante, la fe en este puñado de almas en rebeldía que parece sacar toneladas de voluntad de donde sólo había resignación no permite que el aliento decaiga.

Reponerse del desgaste mental ocasionado por una caída tan extenuante y trabajada puede ser más difícil que superar aquél que tiene que ver con el estado físico. Cargar el chip para concentrar toda la atención en el próximo rival implica un compromiso formidable, mucho más si se tiene en cuenta el nombre del que será un hueso duro de roer más allá de su irregular presente. Con un par de protagonistas fuera de escena por causas justificadas, la formación presentará otro desafío tanto para el entrenador como para quienes deban sumarse a la estructura. Lo que está en juego amerita el esfuerzo.


APOSTILLAS

Por los puntos. Dicen las malas lenguas que la dirigencia viene haciendo oídos sordos al pedido del fiscal que, de oficio, la sacó del brete de tener que denunciar penalmente a la banda en fuga. Las pruebas, que mediante un comunicado afirmaron iban a poner a disposición de la justicia, todavía no aparecen. Si están demorando el juego, se nota demasiado. Tarjeta amarilla.

Todos ponen. A pesar de los esfuerzos, las arcas de la institución siguen vacías. Para compensar un poco, quienes pretendan ingresar al estadio para presenciar el próximo encuentro deberán ajustarse el cinturón y pelar la billetera. Ir tapando agujeros a los ponchazos no es la fórmula ideal pero por ahora no queda otra. Nada por aquí, nada por allá.

Trato igualitario. El entrenador, que venía siendo medido a la hora de enfrentar los micrófonos, derrapó mal. Si bien se atajó con el consabido "yo no voy a llorar", echó mano de un pañuelito de papel, enjugó sus lágrimas y se despachó en contra del hombre de negro. Si en las buenas primó el discurso mesurado y coherente, en las malas no debería aflojar. Cállate boca.

Precios cuidados. Para no perder la costumbre, el parodismo rastrero ya anda tirando nombres de candidatos a engrosar la agenda de astutos empresarios siempre dispuestos a colocar carne fresca en mercados donde el color verde marca tendencia. No sea cosa que a un puñado se le suban los humos a la cabeza y bajen el rendimiento en detrimento del objetivo. Ojo al piojo.