lunes, febrero 09, 2009

El charco y la laguna


Apertura del Clausura. Un empate agónico, en un reducto difícil y con sabor a hazaña, no debería ocultar el panorama sombrío que parece presentársele al sabalé con vistas a este duro y definitorio torneo. Dos estupendos zapatazos de media distancia, tan oportunos como impensados, tampoco deberían tapar el descalabro futbolístico del que hizo gala el negro ayer, bajo el agobiante sol porteño. Ningún colonista, de los muchos que fielmente acompañaron a la sangre y luto en su primer test de visitante, ni de aquéllos que lo siguieron por tv o a través de la radio, dejó de coincidir en la desoladora imagen que transmitió el equipo al galope de la nada futbolística y con jugadores muy lejos de lo que podría llamarse un nivel de producción medianamente aceptable. Para destacar, sólo las ganas y el empuje de los pibes.

Dentro de los tantos interrogantes que se plantean en todo inicio de competencia, un par sobresalen entre los más inquietantes: ¿A qué juega Colón? ¿Con qué sistema pretende afrontar esta etapa decisiva? Cuando comenzó su ciclo en la entidad del barrio Centenario, el dt dijo que venía a SF a hacer una maestría. Pues no dejan de llamar la atención sus ingentes esfuerzos por recibirse de chantapufi matriculado. Puro bla bla bla y en la cancha nada de nada. Así como continúa priorizando "trayectorias" –como le gusta justificar–, en detrimento de los chicos que en algún momento le cambiaron la cara al conjunto, sigue sin delinear un esquema de juego que le imprima, al once rojinegro, un sello distintivo en donde quiera que se presente. Aunque pretenda parecer moderno, su indefinición confunde y desorienta.

De todos modos, el empate, tal y como apuntaron casi todos los interesados, resulta un golpe anímico importante. En especial, considerando la cantidad de nombres que quedarán afuera para el próximo encuentro. Y justamente ése es otro punto en el que no se nota la mano del entrenador, ni de ningún colaborador de su entorno. La acumulación de amarillas, significa algo. Mala preparación física, falta de entrenamiento, descontrol mental, impotencia; condimentos que pueden ser letales en el escenario que le toca afrontar a esta muchachada. Saber manejar el aspecto emocional del grupo –cuando incide en forma negativa– también es atribución del cuerpo técnico, así como operar sobre las deficiencias que se le endilgan al desgarbado número cinco. Un trabajo serio puede apreciarse cada fecha y si no se ve…


APOSTILLAS

Show mediático. La falsa movida desatada a raíz de la inscripción de una estrella decadente le dio al "biondo gnocchi" lo que buscaba. Llamar la atención de todos los medios porteños, aprovechando la circunstancia, fue el objetivo deseado desde que se pergeñó el vil engaño. Lástima que la prensa, ahora, se la esté cobrando, haciendo público el desalojo de un chapulín en desgracia. ¡Todo se paga!

Arranque positivo. La emisora peroncha se esforzó más de la cuenta y el trabajo dio sus frutos. Correcta transmisión –lástima la incontinencia verbal del relator–, comentarios atinados, buena cobertura en la previa y el final. Si dejaran de temerle tanto a la dirigencia, y sus represalias, podrían hacer un parodismo más soportable. Habrá que ver si les da la espalda para continuar por ese camino.

Más de lo mismo. La emisora enredada, un asquete. El relator no es malo, pero el dúo de chupalerches consuetudinarios provoca arcaditas. Estos especialistas en ocultar deliberadamente la info que deja mal parada a la inepta dirigencia y de anunciar con bombos y platillos los supuestos aciertos, están perdiendo audiencia a pasos agigantados. Sin credibilidad no hay sintonía que aguante.

Pillines, pillines. Entre quienes eligieron escuchar los aires enrarecidos, quedaron flotando algunas dudas. ¿Por qué el relator confundía tanto los nombres de los jugadores? ¿Por qué detuvieron la transmisión cuando se congeló la señal de la tv codificada? ¿Estaban acá o estaban allá? Engañar a la audiencia, práctica bastante usual en el medio, es de cuarta. La crisis pega fuerte y nadie está exento.