sábado, junio 07, 2014

Contra las cuerdas

Pasó de estrella exclusiva de la sección deportes del pasquinejo vernáculo a ocupar un espacio en esa otra a la que denominan con el eufemismo "sucesos" para no llamarla directamente "policiales". Las denuncias primero, los allanamientos a sus mal habidas propiedades, y las de sus secuaces, después, convirtieron al dirigente preferido del parodismo rastrero en un serio candidato al traje a rayas, cercado, en lugar de las babosas lisonjas a las que estaba tan acostumbrado, por una cantidad impresionante de pruebas incriminatorias. Hasta parece que tuvo el descaro de falsificar firmas, digno gesto de un vil estafador que se cree impune.

Como es costumbre en esta bendita tierra, la justicia avanza sólo cuando el poder de quienes creyeron no tener límites en su ejercicio, se diluye o simplemente, de golpe y porrazo, se pierde. En el caso específico, el acelere también puede emparentarse con la desgracia del descenso. Quién sabe si la causa hubiera cobrado tamaño empuje con la categoría a buen resguardo. El ejemplo más palpable lo dio el mismísimo ex primer mandatario, quien aprovechó la etapa de buenos resultados para salir del ostracismo y volver a desplegar una verborragia falaz y oportunista, mientras que el silencio fue la resultante del cruel desenlace.

Por lo pronto, sus representantes legales ya están urdiendo estrategias para enturbiar la causa, minimizar acciones a todas luces delictivas, ampliar el espectro de responsables para quitarle carga a las demandas, y demás clásicos dilatorios que colaboren a correr el foco del interés público; cuanto menos difusión haya al respecto más rápido hace su trabajo el olvido, punto donde comienza a decaer el interés de la señora de ojos vendados por dictar sentencia. Mientras tanto, los nefastos cómplices que llevaron al encumbramiento de semejante bandido, por arte de magia dejaron de hablar de ciertos temas para refugiarse estrictamente en lo deportivo. Muy conveniente.