domingo, mayo 23, 2010

El pueblo quiere saber


Pero en lo que respecta a la venta de la joyita que no surgió de las canteras rojinegras, se va a quedar con las ganas. La única certeza sobre lo acontecido es que de la negociación no participó ningún dirigente de Colón, todo fue manejado por el representante del entrenador, en calidad de ídem del juvenil talento, a quien le fue otorgado un poder a tal efecto. Tampoco faltaron, como en toda operación poco clara, las contradicciones. Es que inflar los números para elevar más allá de la estratosfera los logros de la falsa pertenencia puede ocasionar consecuencias nefastas. Los montos publicados suelen servir de prueba para cualquier interesado en reclamar porcentajes, comisiones, obligaciones fiscales y demás yerbas.

Por eso, en cuestión de horas, la cifra bajó estrepitosamente. Por eso, lo que en un primer momento fue “ocho millones de euros” –gracias al denodado papel de felpudo oficial que despliega el chupalerche primero en cada medio donde se mueve–, pasó a ser cuatro palos verdes en cuotas más tres en nombre de un extraño e inexplicable convenio. Ni siquiera una idea original, sino un desprendimiento de extraordinaria ingeniería elucubrada por la prodigiosa mente de un ex vice al que sólo le faltó dormir con el primer mandatario. Así las cosas, se le birlarán unos cuantos miles de dólares al club formador y se evadirán compromisos en similar proporción. En cuanto al pibe, su carrera se encamina hacia la incertidumbre.

Lo que sí pudo corroborar el pueblo sabalero es la ligazón que existe entre la dirigencia y la barra brava. A través de un inverosímil descargo, el impresentable vice no hizo más que dejar en evidencia su accionar al frente de la relación más oprobiosa del mundillo futbolístico. Los pueriles argumentos con los que intentó despegarse de un informe lapidario, sólo sirvieron para certificar lo que es un secreto a voces en SF. Como prueba fehaciente de la connivencia, no sólo el moderno servicio corporativo de comunicación utilizado por el escrachado en tv –para colmo de males «apurando» al facilitador–, sino el silencio de los obsecuentes, por un lado, y el de los pusilánimes, por otro, quienes obviaron el tema sin inmutarse. Para el futuro: memoria.