jueves, julio 03, 2008

Pican, pican, los mosquitos


En medio de la algarabía por el triunfo, y rodeado de micrófonos complacientes, el flamante presidente reelecto les brindó unas palabras de su remanido discurso a quienes dijo "se dedicaron durante dos años sistemáticamente a criticarme". A nadie que maneje, en cualquier ámbito, una determinada cuota de poder le gustan las críticas fundamentadas porque movilizan la capacidad más poderosa que tienen las personas. En este caso particular, abogar por la uniformidad de pensamiento en los medios es extremadamente repugnante pero no extraña. El "biondo gnocchi", como todo político que se precie, adora a la prensa adicta y defenestra a la que cuestiona porque, según su particular punto de vista, una colabora con la causa y la otra no.

"Creían que criticaban a este presidente pero criticaban a una institución", señaló GL, convencido de la impunidad que la expresión encierra. Escudarse en una simbiosis delirante –típica del populismo barato–, donde no hay lugar para los cuestionamientos, le permite cerrar el círculo en sí mismo y sus decisiones, acompañado al unísono por el parodismo vernáculo a sueldo. Así está Colón. ¡Y encima no le basta! En cierto modo es comprensible, acostumbrado a moverse bajo el cobijo de tanta opinión comprada, debe ser difícil digerir que una dupla que combina trayectoria con opinión seria no forme parte de su corte genuflexa. Salvando las distancias, puede oírse un tintineo conocido, que remite a una realidad más amplia y más cotidiana.

El dúo en cuestión, dentro de la paupérrima oferta local, practica una suerte de periodismo crítico que supera con holgura al resto de la fauna mediática, ocupada en rellenar espacios con información ordinaria y opiniones tan laxas como poco comprometidas con la realidad. Sabido es que el pasquinejo jamás morderá la mano que le da de comer, que la emisora académica no va a tirarse contra una astilla del mismo palo, que en la otra radio pululan los miedosos y otras yerbas, que las mañanas enredadas son obsecuentes a morir y que en la tv circula un mejunje de las mismas conocidas caripelas, entonces sólo queda para rescatar la pareja de los mediodías que, gracias a la dedicatoria del pope colonista, sin dudas seguirá haciendo roncha.