viernes, septiembre 15, 2006

Yo, el peor de todos


La dirigencia del fútbol argentino está en crisis. Fiel reflejo de la sociedad actual, ha perdido los valores entrando en un estado de degradación en demasía preocupante. Convencida de que dirigir los destinos de una asociación sin fines de lucro otorga una impunidad manifiesta, hace y deshace a gusto y piaccere, amparada por una legislación laxa, cuando no ausente, que dispensa libertades varias convirtiendo en privilegiados a delincuentes en potencia.

Y en este caso, no sólo la ley mira hacia otro lado. Los socios de las entidades deportivas, desde una comodidad exasperante, dejan hacer, otorgando carta blanca sin la menor inmutación. Después, a la luz de las maniobras que dejan a los clubes al borde de la quiebra se rasgan las vestiduras por sus queridos colores, buscando responsables en todas direcciones hasta que el asunto deja de ser noticia de primera plana para pasar rápidamente a otro tema. En igual sentido, aceptan manejos vergonzosos, bendiciendo con alborozo acciones irresponsables, con la excusa del “todo sea por el bien del club”. Total… siempre hay tiempo para lavar conciencias hipócritas con los clásicos: “¿qué nos pasó? ¿cómo nos pasó?”.

En el mundo del fútbol poco y nada es ad honorem. Los dirigentes que ocupan los cargos más elevados siempre logran sacar partido de las funciones desinteresadas. Están los que amplían y elevan en forma considerable su nivel de contactos, logrando redituables beneficios para sus negocios particulares. Los que utilizan la alta exposición –y en el mejor de los casos, la buena administración– para iniciar o relanzar una carrera política. Los que aspiran a posiciones de mayor prestigio en el ámbito jerárquico de las asociaciones de élite. Y también están los que acompañan; una minoría fluctuante entre el silencio cómplice, el cuestionamiento constructivo y la oposición flagrante, imposibilitada de acceder a los beneficios de la cúspide.

En Colón de Santa Fe hubo, y hay, especimenes de todas las calañas mencionadas. Hoy, uno sobresale del montón. Es el máximo exponente del directivo indeseable; el típico cerebro que dibuja, que manipula, que aprieta, que engaña, que saca ventaja, que se victimiza, una joyita con todas las letras. Un depredador sin escrúpulos de quien, en futuro cercano, los conocidos de siempre dirán: “¿cómo no nos dimos cuenta?”.


APOSTILLAS

Ahora se entiende porqué la cara mediática de la campaña fue exclusivamente la de GL. El discurso de LH es tan impresentable que sin duda hubiera espantado unos cuantos votos. ¿Para cuándo el asesor de imagen?

¡Se busca a precio módico! Carrilero por izquierda, joven, habilidoso, físicamente entero, con alta capacidad de reacción anímica. Disponibilidad inmediata. Se ofrece sueldo acorde a entidad concursada.

Qué sí… que no. Las malas lenguas dicen que JCF se quejó del estado físico de los muchachos. A no buscar culpables en el cuerpo técnico anterior… si salta a la vista que estos esperpentos vinieron fallados de fábrica.

La radio da lo que el periódico quita. Joven periodista deportivo aprovecha el medio donde las palabras se las lleva el éter para decir lo que no puede en medio donde el registro impreso lo condenaría de por vida. ¡Paf!