martes, marzo 29, 2011

Mascando chicle

Curiosidades del mundo sabalé. La derrota no alteró los ánimos de nadie. Una imagen valió más que mil palabras. Al término del encuentro, un puñado de testigos presenció la amena charla que, durante unos cuantos minutos, mantuvo el excelentísimo señor presidente con el entrenador visitante y, en contrapartida, el frío saludo que intercambió con quien dijo sentirse "dolido y preocupado" después de una nueva derrota en condición de local. El desinterés de la dirigencia por el momento futbolístico del equipo corre paralelo a su desconocimiento en la materia. Como, por ahora, no hay nada en serio riesgo, este ciclo puede prolongarse, cual goteo intermitente, hasta la finalización del torneo. La paciencia de la afición no está en discusión.

Con la parafernalia que supo vender la falsa pertenencia, suficiente. A esta altura de la competencia, cada vez más distante pueden verse los anhelos de victorias y logros trascendentes, señal de que la mediocridad ha ganado terreno donde hace tiempo no tenía cabida. Por este camino, y a este ritmo, lo único que irá en aumento es el sentimiento de frialidad que la parcialidad está dispensándole al once rojinegro. Por otro lado, no habría que dejarse engañar por la visión de un multitudinario acompañamiento, los encuentros con los grandes siempre convocaron un enjambre de espectadores, incluidos aquéllos que rara vez dicen presente. Tal vez, por ese motivo, resulte más notoria la apatía que baja de las gradas. ¿Otro mérito de esta comisión? Probablemente.

Lo cierto es que sólo las goleadas calan hondo en las tribunas las no amordazadas y se extienden por resonancia al primer mandatario y compañía. Ganando uno, perdiendo otro por la mínima diferencia todos los involucrados aprovechan para estirar el estado anestésico que se arrastra del campeonato anterior, llenando de excusas las crónicas cotidianas. Por lo visto, la propuesta pasa por consolarse con el profundo análisis del parodismo vernáculo rastrero que repitió los argumento esgrimidos por el director de la comparsa. "Era un empate cantado", "el gol fue de otro partido", "se mejoró en algunos aspectos" y demás trivialidades por el estilo. Algunos dicen que hay plan b; la realidad marca que, aunque así fuese, el primer semestre ya huele a nuevo fracaso.


APOSTILLAS

Trastada de nivel. Más allá de la autopista se expandió como reguero de pólvora el trascendido de que el mejor presidente del país se haría el sota respecto del fangote a pagar por los sesenta y cinco minutos más caros de la historia colonista. Quienes se jactan de la opinión que genera entre sus pares deberán ir agregando a "botonazo" y "panqueque", "ratero".

Las cartas sobre la mesa. El goleador histórico dejó al descubierto las fracturas en el seno del plantel. "No tanto firulete", le espetó al mediocampo en general y al diez en particular. Algo así como pedir a gritos más centros a su humanidad, estrategia que venía dándole resultado sin mayores inconvenientes. Al parecer, la tropa se le está amotinando. ¡Qué atropello a la razón!

Otro que tira y pegue. Más evidencias de que algo no anda bien. El ex valuarte de la defensa se hizo echar alevosamente a los cuarenta y dos minutos de la etapa final. ¿El segundo capitán también está en rebelde? Menudo problema deberá afrontar el técnico para armar la ya tambaleante línea de fondo. ¿La roja directa marcará el estado de ánimo de la muchachada?

Una colecta a la derecha. El hemisferio pensante de la dupla que anima los mediodías asoleados, se escuda, para opinar con propiedad, en que no pudo ver "el mejor partido del torneo" de la escuadra sangre y luto, disputado en la última presentación de visitante. Dicen que la tecnología no es su fuerte, pero ¿y con las antiguas videocaseteras, tampoco la va?