viernes, septiembre 20, 2013

La comedia del arte

Las crónicas rastreras dirán que los primeros veinte minutos fueron un dechado de virtudes y que sólo faltó una pizca de fortuna para traducir en goles la ráfaga de superioridad puesta de manifiesto frente a un rival con pocas luces. Con eso les bastará para tomar la minúscula anécdota de referencia cada vez que sea necesario y así barnizar las futuras derrotas tal y como lo han hecho en pasadas ocasiones. Una andanada de juego asociado y actitud arrolladora les sirve todo el semestre, y hasta a veces el año, para matizar la medianía imposible de desterrar. Sin embargo, la realidad, como siempre, las pondrá en caja. Los partidos duran noventa minutos y lo demás es puro cuento.

Si bien el entrenador intentó jugar a otra cosa, la fórmula sólo pudo sostenerse por un lapso tan breve que apenas alcanzó para insinuar intenciones; una vez agotado el estandarte que rompió los moldes y se cargó el equipo al hombro, se acabaron las ideas. No encontró, entonces, mejor opción que replegarse y apostar a un contragolpe; de última, aguantar el empate no disgustaba como alternativa, pero la táctica mezquina tampoco funcionó. Lo cierto es que la historia de desencuentros no termina. Cuando se consigue acople en una línea, el desajuste aparece por otro lado; cuando el guardameta resulta confiable, la ofensiva navega en la intrascendencia; cuando el cinco genera fútbol nadie le cubre las espaldas.

Con semejante panorama, el entrenador deberá desempolvar el manual de la imaginación para encontrarle la vuelta a un combinado que todavía se resiste a alcanzar el estatus de conjunto. Por lo menos, ya tomó nota de que el habilidoso en retroceso debe guardar banco aunque le cueste el acoso dirigencial. Antes que nada está la preservación de su propio pellejo. Y en ese sentido, el próximo compromiso será de capital importancia, ya que puede marcar el comienzo del fin si el triunfo se niega a mostrar su mejor cara. Tres derrotas consecutivas echarían por tierra el crédito ganado gracias a tres victorias consecutivas. Sin mayor recambio, las posibilidades de mejorar parecen acotadas. La confianza pende de un hilo.


APOSTILLAS

Garante solidario. Menos mal que los honores que trajo consigo el estreno del nuevo sistema de ingreso a los estadios le salvaron el año porque después de enterarse del embargo casi le da un soponcio. Por suerte queda su cuenta personal, siempre disponible para tapar los agujeros, en caso de fuerza mayor. Al fin y al cabo todo volvería al lugar de donde salió.

Menos uno. Dicen las malas lenguas que las actitudes extra deportivas de la joyita devaluada no sólo tienen en estado de alerta al conductor, los compañeros también lo tienen en la mira. Los veteranos no se bancan la displicencia con que juega y entienden que resta cada vez que la redonda besa sus botines. Las críticas en negro superan al apoyo en blanco.

Mundo cruel. El volante de marca que se transformó en volante de creación salió del vestuario con cara de pocos amigos. "Es lo que tenemos", balbuceó con un dejo de bronca al ser requerido por los micrófonos vernáculos. Justo ahora que se decidió a transpirar la camiseta, sus compañeros no lo acompañan. Paradojas del universo donde la mediocridad se siente a gusto.

Alma en pena. La autoestima de algunos está en baja. El chupalerche primero salió a buscar una voz que apoye la operación mediática que encabeza en busca de levantar el ánimo del ex crack para la masía. Lamentablemente parece que el mal ya está hecho. Como cómplice debería hacerse cargo, pero el subsidio es más fuerte. Que pase el que sigue.