jueves, agosto 02, 2012

La esencia de un estilo

Nunca tan oportuno. Justo cuando arreciaban los insultos, se despachó con el puñado de caracteres que la afición tanto esperaba, demostrando su habilidad para sacar adelante las negociaciones más complicadas. Al fin llegó el sucesor del goleador histórico, "el hijo pródigo" que vuelve en busca del abrazo del padre misericordioso y por la reivindicación de sus condiciones. Dedicado a quienes piensan que pierde el tiempo haciendo acto de presencia, aunque más no sea en la segunda fila de aplaudidores seriales, en una cadena de optimismo donde hasta las bandas que animan la fiestita cosecharon elogios. Para esos ingratos va el resultado de ambas acciones, que a simple vista hablan de la capacidad de gestión de quien supo posicionar a la entidad como ningún otro en la historia.

El problema es que nadie sabe cómo frenar su entusiasmo cuando algo le sale a pedir de boca. El embale que se pega cada vez que acierta una hace que quiera salir a romper el mercado sólo con la intención de superarse a sí mismo. Para divertirse, en el mientras tanto, aprovecha a despistar utilizando como herramienta fetiche su juguete nuevo. Dice que va en busca de un volante por izquierda y trae un volante central, dice que con el delantero baja la cortina y trae un defensor. Sacando pecho, argumenta que gracias a la estrategia del «vanellus chilensis» tiene a todo el mundo pendiente de sus meneos; incluso, con un dejo de malicia, se jacta de obligar a sus más rastreros obsecuentes a zambullirse de prepo en el universo de las redes sociales para tener acceso a las primicias. Así se hace.

Para quien se sabe líder, acaparar la atención no es una tarea difícil, especialmente cuando lo que hay abajo no le llega ni a los talones. Será por eso que tanto el secretario técnico como el entrenador quedaron excluidos de los primeros planos -algunos dicen que hasta de las decisiones-, resignados al papel de elenco estable a la espera de lo que vendrá. De todos modos, se lo tienen merecido, por tibios; la sintonía fina dicta que hay que desconfiar de los que no sienten pasión por nada. En cuanto a la ansiedad de la afición, eso se lo deja a los pocos serviles que quedan después del recorte presupuestario; con que los "incompetentes, buenos para nada" salgan a justificar cada movida, suficiente. Total las gradas son de cemento, no razonan. Y las que todavía esperan las "extraordinarias novedades", que sigan esperando.