sábado, noviembre 17, 2012

Sueños compartidos

Después de un digno empate con equipo de emergencia, la muchachada se apresta a entrar en las horas previas al clásico choque doméstico sin definiciones. Envuelta en dudas, la afición también enfrenta la cuenta regresiva, desde su vena pasional, tratando de minimizar los efectos negativos de un semestre plagado de decepciones. Poniendo en marcha un mecanismo de defensa, accede a remar en las aguas del doble discurso; uno hacia afuera, soberbio y triunfalista, y otro hacia adentro, por demás cauteloso, casi como buscando cobijo por si pinta nuevamente el fracaso. La historia reciente no da para calzarse por adelantado el traje de la victoria, aunque las circunstancias apuesten todas sus fichas a favor de un resultado arrollador.

Permitir el paso de los clichés, ayuda a soportar la espera. Partidos son partidos, no importa cómo lleguen, son once contra once, los pronósticos no cuentan y lugares comunes por el estilo invitan a ambas parcialidades a no ahogarse en la ciénaga de los posibles infortunios. Uno arrastra una campaña mediocre, el otro una deplorable. El primero está mejor, pero también lo estaba en la temporada anterior cuando supo morder el polvo en dos oportunidades consecutivas. Por lo pronto, el mejor posicionado ya demostró que cierto tufillo a pavura ronda por la cabeza de grupo; una inequívoca señal de que hay cuestiones importantes en juego, como la mismísima continuidad. Del otro lado, sólo se pone en tela de juicio el honor, lo demás está casi perdido.

En cuanto al espectáculo, resta aguardar que la cordura acompañe; que cada cual sepa cumplir con responsabilidad su papel en beneficio de la velada, más allá de ganadores y perdedores, dentro y fuera de la cancha. Si bien el concepto de fiesta, a la vista de lo que cada fecha suele brindar la barbarie enquistada en las gradas vernáculas, resulta anacrónico, la mayoría lleva incorporado el chip del todo pasa. Festejo o desazón, la revancha está a la vuelta de la esquina; los resabios destinados a subsistir sólo servirán para llenar minutos de infantil jactancia del lado anónimo, mientras que del mediático, pasarán a formar parte de las frías estadísticas, nada más que relleno de programejos con pocas luces. El empate evitaría turbulencias en ambas márgenes.