domingo, marzo 18, 2012

Los socios del silencio

La eliminación de la copa consuelo para todos, a manos de un equipo de tercera categoría, arrasó con lo que encontró a su paso, dejando un tendal de damnificados. Para aplacar los efectos de la devastación, en el minuto noventa y uno, se anunció que el secretario técnico sería el encargado de dar la cara. Los rumores, entonces, comenzaron a correr a la par de la bronca generalizada. Después de cuarenta y ocho horas de creciente expectativa, todos coincidieron en algo. La conferencia de prensa fue una tomada de pelo. También quedó claro que, en un negocio donde las reglas de convivencia van abrochadas a los intereses, los códigos no se rompen. Mantener la apariencia y la calma en los momentos críticos es una fórmula efectiva para imponer el mientras tanto.

Despojado de cualquier tipo de turbación, se expuso a las preguntas como si la coyuntura le pasara por un costado. Dijo que se queda porque tiene un "compromiso moral" sin contrato, que no hay lista de prescindibles, que no habrá rescisiones y que el clásico es un partido más, en medio de un compendio de clichés aptos para la ocasión. Enmarañadas, entre un tumulto de expresiones estereotipadas, resaltaron algunas para satisfacer el clamor. Se van a tomar determinaciones, no hay intocables en el plantel, las inferiores son una lágrima, hubo "una mala preparación" del partido póstumo, se produjeron "discusiones" en el vestuario después de la hecatombe. Mensajes subliminales a medida del consumidor. Mucho de lo que se dijo sucedió, algo de lo que se pide pasará.

Por lo pronto, ya fueron confirmados los nombres de cuatro exiliados con vistas al próximo compromiso. Medidas transitorias que no influyen ni acaban con el problema de fondo. En cuanto al futuro, un par de cuestiones que pueden traer cola quedaron flotando en el ambiente caldeado. El palo para el amigo y la advertencia a los cabecillas del fracaso continuo por un lado, y enfrentamientos en el seno de la comisión por otro. Algunos se salen de la vaina por cortar cabezas, otros pretenden defender a los referentes hasta las últimas consecuencias. Julepeados, descontentos, desplazados, traidores y una mecha a punto de encender. El trabalenguas reza que quien se siente dirigente no es considerado como dirigente por los dirigentes. El mundo feliz no existe.