lunes, noviembre 27, 2006

Pronta entrega


Este enfrentamiento desigual entre David y Goliat no tuvo el final bíblico sino el lógico. Los milagros no existen; y en este caso específico, aceptar que los fenómenos de orden divino están reservados sólo para las anécdotas religiosas más cercanas a lo celestial que a lo terrenal no resulta un ingenuo conformismo, sino una aceptación consciente de la realidad que este Colón desgrana cada fecha con asombrosa regularidad. Si es que existe algún tipo de paliativo para asimilar un resultado tan contundente, tal vez aferrarse a la imagen de los primeros cuarenta y cinco minutos –jugados sin complejo de inferioridad–, valga en el imaginario del simpatizante rojinegro, a esta altura anestesiado contra todo dolor físico y mental.

Durante esta semana, como ya se ha hecho costumbre, la afición sabalera aplicará la táctica del borrón y cuenta nueva para no caer en un estado cataléptico irreversible. Faltando dos fechas para el cierre del campeonato, la meta es llegar prontamente a la última página de esta historia de terror que ha hecho trizas las lozanas expectativas del inicio, transformando en cenizas el fuego sagrado de la impronta sangre y luto. Hasta el momento, el antídoto más eficaz para sobrellevar esta dolencia en estado terminal ha sido eliminar de la memoria el pasado inmediato y encarar lo futuro poniendo toda la energía en aceitar la maquinaria positiva que minimice los pensamientos oscuros. Un ejercicio vigorizante para pasar los tragos amargos y atenuar los efectos colaterales.

Después de todo, a nadie le interesa aceptar la superioridad de un rival todopoderoso que cuando apretó el acelerador destapó las diferencias abismales existentes entre jerarquías individuales, trabajo colectivo y posiciones en la tabla. Tampoco sirve elucubrar cuán distinta sería hoy la crónica si la “masita” del “gran definidor” o la “pifia” de Giovanni hubieran terminado en el fondo del arco adversario. Lo que pasó, pasó y no deja ningún margen para la duda. Así son las cosas entre los de arriba y los de abajo. En todo caso, podría decirse que el meritorio primer tiempo fue un espejismo digno de disfrute que duró lo que un suspiro y punto, el resto tuvo otro color.

Entre tanto lamento, llamó la atención la naturalidad con que JCF tomó la derrota, en esta oportunidad. No quedó muy claro si el hábito de los resultados negativos lo ha atrapado en una maraña de resignación extrema o si sus declaraciones post partido fueron hechas bajo la influencia de algún psicofármaco calma ansiedad. De todas maneras las conclusiones que suele esgrimir tan didácticamente ante la prensa hubieran estado de más ante tamaño desenlace. Hoy por hoy, Colón está herido de muerte. Habrá que esperar el próximo torneo para revertir la situación, porque en este, los puntos que restan jugar podrán sumar o restar, pero la sensación de frustración seguirá tan al tope como si la posición del equipo en la tabla pudiera ser observada al revés.


APOSTILLAS

La derrota duele menos con seis jugadores de la cantera colonista en la cancha. Para destacar la actitud de los tres recambios, que no se achicaron ante el rival ni ante el resultado puesto. ¡Vamos los pibes!

Falta de marca y recuperación en el medio más una catarata de pases imprecisos. Los experimentados profesionales del plantel deberían hacer un acto de contrición. ¡Guadalupe los espera!

Pelusa no la va con la prensa local. A pesar de sus continuas y enérgicas desmentidas acerca de la posibilidad de abandonar SF, ante consulta de los medios porteños no fue tan contundente. ¿Me quedo o me voy?

Se acerca el fin del torneo y los rumores ya corren desenfrenados. ¿Tito se va a Turquía? Muchos simpatizantes rojinegros se ofrecen a acompañarlo hasta Sauce Viejo, agitando pañuelos al viento. ¡Bon voyage!