jueves, agosto 14, 2008

En la cornisa


Todos son cómplices. Dirigentes, cuerpo técnico, jugadores, periodistas, socios e hinchas. Algunos por acción, otros por omisión, muchos por desidia. El "biondo gnocchi" está convencido de que los votos obtenidos en la pasada elección le abrieron la puerta a los desaguisados sin discusión. Es más, sabe que puede moverse con tranquilidad porque el parodismo rastrero cumplirá a pie juntillas con el deber de justificar cada uno de los despropósitos que lleven su firma. Se siente impune y ese estado lo catapulta al éxtasis. Total, si el sabalé alcanza el objetivo fijado para esta temporada, cualquier suspicacia quedará sepultada por los cánticos de las tribunas.

Lo cierto es que los últimos acontecimientos dispararon un cúmulo de sospechas. GL habló de convenio, el recién llegado lo desmintió, el director deportivo ignoraba la contratación y el nombre del goleador histórico apareció en el medio. Inexplicablemente, el novel secretario de información pública guarda silencio, por lo que las aclaraciones brillan por su ausencia. Asimismo, ayer se supo que otra vez, por orden del pope rojinegro, no se le permitió la entrada al predio a los parodistas que cubren los entrenamientos. ¿Cuál será la razón de tamaña decisión? ¿Acaso no quiere testigos si algún jugador se lesiona por el mal estado de las canchas? Turbio, demasiado turbio.

Sin querer queriendo, las dudas remiten al principio. Dentro de esta comisión directiva ¿nadie cuestiona los negociados? El cuerpo técnico ¿avala los desmanejos alegremente? Los jugadores ¿se prestan a la farsa por conveniencia? Los periodistas ¿aceptan el manoseo sin inmutarse? Los socios ¿miran hacia otro lado? Los hinchas ¿navegan sólo en la pavada del aliento? Con semejante panorama ¿cabe preguntarse por qué la institución está como está? ¿Por qué el fútbol moderno se asemeja el circo romano? ¿Por qué la sociedad deambula sin rumbo por las arenas de la decadencia? Y entre tantos interrogantes, para cerrar el círculo de las incógnitas, la pregunta del millón: ¿De qué vive el presidente de Colón?