martes, diciembre 06, 2011

Cuestión de tiempo

Como en toda relación bipartita, la mentira institucionalizada necesita de quien la acepte, la avale y la sostenga. Ante realidades contundentes, no hay ingenuidad que valga. Nadie puede probarse el traje de desentendido porque el espejo, hoy, devuelve una imagen desprovista de disfraces. La carrera por una superioridad ficticia, terminó y el trofeo es tan abstracto como el logro. Se acabó la fiesta, los subsidios que le insuflaron aire al estado de bienestar se cortaron abruptamente y ahora lo que queda es nada para satisfacer a las fieras hambrientas. Todavía está por verse cuán profunda es la herida; en pocos días, un corte superficial puede convertirse en lesión de muerte y, ante el hecho irreversible, los deudos reclamarán por responsabilidades.

El culpable del descalabro dentro de la cancha, ya no puede con su alma. Interpretarlo resulta tarea sencilla. Cuando habla de lo mucho que trabajan es porque en los entrenamientos ni siquiera transpiran los buzos. Cuando apela al sentimentalismo es porque el aire interno es irrespirable. Cuando habla de agresividad es para evitar el tema generación. Cuando no quiere hacer declaraciones en caliente es porque espera enfriarse para encontrar alguna excusa salvadora. Cuando defiende a los jugadores que pierden, porque antes ganaron, está defendiendo el negocio del que es parte. Cuando menciona a los pibes de inferiores, no sólo está repitiendo una lección aprendida de memoria, también está subestimando a la afición que alguna vez creyó en sus buenas intenciones.

Los culpables del descalabro fuera de la cancha, están buscando un salvavidas. No aprenden. Apuntan a un nombre rimbombante para seguir la línea de ostentación que los caracteriza. Con un mercado europeo en crisis, apuntan a un personaje que, a través de sus relaciones, les abra el de medio oriente. Pero esta vez, la credibilidad atravieza su peor momento. El nuevo desaguisado salta a la vista. El primer mandatario no ha sido capaz de especificar la función que desempeñaría el apalabrado, mucho menos la denominación del puesto en cuestión. Así las cosas, una certeza va tomando cuerpo. La mentira, aunque no parezca, tiene algo en común con su versión opuesta. La mentira es transparente, sólo hace falta abrir los ojos para reconocerla.


APOSTILLAS

Instinto de superación. Relato con suspenso de folletín berreta. "El hombre llegó en el más rotundo de los silencios, sólo el excelentísimo señor presidente estaba avisado de su presencia y seguramente, la condición indispensable fue la de mantener en secreto la reunión. Ambos se juntaron a charlar por espacio de casi dos horas. ¿De qué hablaron?" Las malas lenguas dicen que de la nueva cuatro por cuatro. ¡Fufuuu y chucuchucuchucu!

Primeros siempre. Permeable a las presiones de variada índole, el conductor no tuvo otro remedio que incluir entre los titulares a la joyita seleccionada. La posibilidad de que se diluya lentamente, y se haga añicos el único negocio que hay a la vista, intranquiliza a más de uno. No deberían preocuparse, siempre se puede volver a la doctrina impuesta por un prócer contemporáneo. Los segundos tiempos, potencian. ¡Chuculita, chuculata!

Conectados podemos más. Durante la previa, las huestes del maestro pusieron al aire suculentas declaraciones del goleador histórico. Como para que no queden dudas de su compromiso con los colores y su gente. Consultado sobre las razones de una nueva frustración, expuso su teoría. Las ausencias del veinticuatro, el cuarenta y seis, el dieciocho y el diecinueve minaron las posibilidades de éxitos. ¡Patapúfete!

Mano buena, mano mala. Como cada fin de campaña, la culpa del fracaso la tienen los jugadores que no rindieron en la medida de lo esperado. El argumento del chupalerche primero ya está perimido. Para salvar a la falsa pertenencia -técnico de turno incluido-, las aves de paso son siempre las apuntadas. Non calentarum, si se hace necesario, las críticas a la gestión las firmará otro. ¡Lechuga para el canario!