viernes, febrero 25, 2011

Torrente sanguíneo

Le gusta hablar. Será por eso que solito se zambulló en un berenjenal de contradicciones que lo dejó rozando el ridículo. Tanto así que, por un momento, pareció emular al genial autor de una célebre frase, en la actualidad más vigente que nunca a pesar de haber sido acuñada en el siglo pasado. "Estas son mis convicciones, si no les gustan... tengo otras", dijo alguna vez un inolvidable comediante del primer mundo. A su manera, abonó el desopilante pensamiento. "Creo en la continuidad de los jugadores", monologó hace poco. Hoy resulta que hay puestos en los que es posible sostener la idea y puestos que no resisten el aguante. En definitiva, que lo que se dice un día, al otro puede transformarse en lo contrario por obra y gracia de la verborragia acomodaticia de un parlanchín compulsivo.

Le gusta hablar. Un vicio pasible de acarrear indeseables consecuencias. El ejercicio del decir y desdecir refriega la credibilidad por el piso, primer paso hacia un estado donde el respeto comienza a abrevar en sustancias diluyentes. El medio expone, el hombre propone. Entre tanta exhibición pública, la tentación de dar cátedra, graciosamente frente a un parodismo mediocre que jamás va a traspasar los límites de la requisitoria ordinaria, se transforma en un irrefrenable deseo cotidiano. Para quienes no consiguen expresar con hechos sus elaboradas teorías, no queda otra que apelar a la sanata para mantener regada su quintita y atento al auditorio, por lo menos hasta que el panorama aclare y otorgue la posibilidad de hinchar el pecho y salir a patear traseros al grito de "vieron... yo tenía razón".

Le gusta hablar. Y también sostener sus apuestas personales. Con vistas a la tercera fecha, en la defensa saltó un fusible algo gastado; sin embargo, en la ofensiva su crédito sigue en pié. ¿Cuánto pueden influir en el grupo determinadas decisiones? En tanto los números sean favorables, la ebullición podrá mantenerse controlada; cuando la cosecha empiece a escasear, como es habitual en cualquier ámbito que se precie, los demonios pedirán pista y escupirán tempestades. De una u otra manera, las excusas de rigor se harán sentir desde los cuatro costados. Para muestra, sobra un botón. El guardameta ya sentó posición al respecto. "Mientras saquemos resultados nosotros estamos tranquilos", argumentó en medio de la polémica por la pobreza futbolística de este modelo dos mil once.