Lo visto el viernes en el Brigadier no resiste el menor análisis. Lo que sí da para abordar en profundidad son algunas cuestiones directamente relacionadas, comenzando por la principal, esa que representa la génesis de esta pobre actualidad. ¿En qué momento el socio de Colón -quien con su decisión sella los destinos de la entidad- olvidó lo que significa el fútbol para sí y para la afición en general? ¿En qué momento permitió que un puñado de advenedizos le vendiera otra realidad? A simple vista, podría decirse que ciertos excesos fueron alegremente aceptados con la única y triste intención de restregarle determinada superioridad al vecino en desgracia. ¿Habrá sido tan así?En cualquier caso es mejor creer en una explicación semejante antes que aceptar que muchos cayeron como chorlitos en la maraña propuesta bajo el falso eslogan de "los mejores del país". El mejor predio -donde las canchas no son aptas para la práctica formal del primer equipo-, el mejor estadio -una desmesura comparada con las verdaderas necesidades-, el mejor hotel -inaccesible para los bolsillos sabaleros-, el mejor técnico -un ex que dejó una lastimosa herencia-, el mejor plantel -desequilibrado por donde se lo mire-, las mejores inferiores -usadas como material de descarte-, el mejor balance -a todas luces dibujado-, el mejor presidente -sin palabras- y demás falacias comprobadas.
En la era de las comunicaciones, con toneladas de información al alcance de la mano, tanta mentira causa gracia. Por otro lado, genera un poco de comezón pensar que tantos hayan aceptado el engaño con pasmosa pasividad. ¿Los mismos que apoyaron la continuidad de la falsa pertenencia habrán sido los que hicieron sentir su repudio el viernes? Mal hecho. Esos tendrían que ser los más comprometidos con la causa a la que le dieron carta blanca. O en su defecto, hacerse cargo de la parte que les corresponde en la coyuntura. Después de todo, y para no sentirse tan culpables, pueden leer el pasquinejo vernáculo, donde les van a contar una historieta de tinte rosado respecto de una actuación apenas "floja".
APOSTILLAS
Se aceptan sugerencias. La sinfonía de insultos que recibió al término del encuentro lo dejó preocupado. Es por eso que el excelentísimo señor presidente está pensando qué golpe de efecto producir durante la semana para tapar el mal trago que por estas horas intentan digerir los vapuleados colonistas. Entre la afición ya circulan las apuestas. ¡Hagan juego señores!
Mar de fondo. "Nos faltaron ganas y actitud para darlo vuelta", dijo uno de los cuestionados. Para que el cóctel surta efecto algo debe cocinarse en la trastienda. La displicencia de la muchachada en cancha dejó muchas dudas. Más allá de la autopista se rumoreó que en la tarde-noche del viernes pudo olfatearse un fuerte aroma a entregada. ¡Naaaaa!
Con el facón en la mano. La dupla a cargo de la transmisión de la emisora asoleada se descargó de lo lindo tirando palos a diestra y siniestra. Entre los exabruptos de uno y la crítica desenfrenada del otro no quedó títere con cabeza. El que enmudeció fue el mediocre vestuarista, quien en ocasiones como ésta siempre opta por hacer la del avestruz.
Más oportunidades punto com. Al parecer la venta de los palcos corporativos no marcha como el primer mandatario esperaba. Tanto así que los chupalerches comenzaron una campaña de promoción y venta desde su rastrero espacio de las mañanas obsecuentes. Ridículo el cálculo que hicieron de los costos por partido. Lo que se dice una bicoca.
Le gusta hablar. Será por eso que solito se zambulló en un berenjenal de contradicciones que lo dejó rozando el ridículo. Tanto así que, por un momento, pareció emular al genial autor de una célebre frase, en la actualidad más vigente que nunca a pesar de haber sido acuñada en el siglo pasado. "Estas son mis convicciones, si no les gustan... tengo otras", dijo alguna vez un inolvidable comediante del primer mundo. A su manera, abonó el desopilante pensamiento. "Creo en la continuidad de los jugadores", monologó hace poco. Hoy resulta que hay puestos en los que es posible sostener la idea y puestos que no resisten el aguante. En definitiva, que lo que se dice un día, al otro puede transformarse en lo contrario por obra y gracia de la verborragia acomodaticia de un parlanchín compulsivo.
La cronología de los hechos -y dichos- ayuda a armar la historia. Después de las fallidas primeras actuaciones de preparación se le escuchó decir: "Trataremos de llegar al ciento por ciento, pero lo más probable es que no lo logremos". Con los últimos buenos resultados de pretemporada en el bolsillo afirmó: "Estamos en un gran momento". Luego del triunfo con el que se abrió el torneo canturreó: "Lo mejor de 


Para el sabalé no hubo receso. Los mismos vicios, las mismas falencias, el mismo salvavidas. Un triunfo festejado, que no pudo ocultar la amarga sensación del consabido «otra vez sopa». Si bien las crónicas livianas se derretirán en elogios hacia el goleador histórico, nunca analizarán por qué un equipo con aspiraciones importantes siempre termina dependiendo de la capacidad y el oportunismo de un cuadragenario que cada fin de torneo amenaza con el retiro para, una vez actualizada su situación contractual, renovar su romance con los entrenamientos y la adrenalina de noventa minutos de exposición heroica. Aunque ya camine la cancha, aunque pretenda que el equipo juegue exclusivamente para su lucimiento personal y sólo mantenga intacto el olfato que le legó la experiencia.

