
Todo indica que el libreto del dt se está agotando, tanto en el frente discursivo como en el táctico-estratégico. O como mínimo, sus aptitudes de eximio alquimista están sufriendo un ostensible debilitamiento. Semejante bajón, conjugado con el agotamiento mental y físico de la columna vertebral del equipo, explica las últimas paupérrimas actuaciones de un Colón que parece desinflado en todas sus líneas. Y la afición comienza a ponerse nerviosa. La desaprobación constante, los murmullos insultantes ante cada desacierto, replican en el campo de juego complicando el desempeño de quienes no hace demasiado tiempo recogían confiados aplausos de parte de las ciclotímicas gradas. Así las cosas, la impaciencia va ganando terreno.
Y no es para menos. El arquero sufre de una extraña dolencia, con el julepe como síntoma excluyente; la defensa, antes aguerrida y firme, ha perdido, sin explicación lógica, aquello que la distinguía; el medio, con rendimientos que volvieron a la normalidad, más las falencias que lo han caracterizado desde el inicio del torneo, no aporta ni hacia atrás ni hacia delante; y el binomio ofensivo, devenido en solo, no puede con su alma. Para completar un cuadro alicaído, en escena y entre bambalinas, el entrenador hecha mano a las excusas, incurriendo en contradicciones con diferencia de días. El pasado jueves declaró no tener recambio de jugadores; ayer dijo tener plantel y protagonistas para cosechar más de 25 puntos.
Apelando a la matemática, una regla de tres simple confirmaría la teoría del entrenador. Pero también habría que considerar algunas variables, tales como la cantidad de porotos que sumen los que andan peleando abajo, por ejemplo. Otra, el rendimiento en el tiempo del conjunto rojinegro; si se afirma, todo bien, pero si no, la cosa puede complicarse. Hasta ahora, se suma, en cuentagotas, pero se suma. No eran pocos quienes, en la previa, hablaban de un triunfo sí o sí; sin embargo, la victoria no llegó. El fútbol no es precisamente previsible. De todos modos, las condiciones aún están dadas como para que se cumpla el objetivo; los imponderables, que siempre revolotearon al negro, deberían ser evaluados por si las moscas. Mejor prevenir.
APOSTILLAS



