Una fábula a medida

El titular rojinegro ha construido una historia a su gusto. En el imaginario presidencial, hoy las cosas no son del todo perfectas por culpa de la esquiva “suerte”. Argumento mediocre, si los hay. Según sus propias palabras, este “gobierno”, que linda con la excelencia, no sólo sentó las bases para que el club se transforme en una institución seria, sino que también lo salvó de las desgracias más truculentas. Tales declaraciones, efectuadas esta mañana frente a un auditorio repugnantemente obsecuente, fueron el inicio de un sinfín de barrabasadas.

En principio, resultó imposible contar las veces que pronunció la palabra “yo”, sin dudas su preferida; y en cuanto a la ficción que supo construir, bien valdría rescatar algunos de los conceptos vertidos. Respecto de las gestiones anteriores deslizó: “Si yo no hubiera ganado las elecciones, no sé si hoy estamos hablando del Colón que tenemos”. Insistió con que “la mayoría del fútbol argentino cree que tenemos uno de los mejores nueves del país”. También reconoció que la entidad detenta un déficit operativo de 200 mil pesos mensuales y lo justificó aduciendo que quien cuestione esa realidad sólo “podrá ser dirigente de un club de barrio”.

Si bien a esta altura su discurso no sorprende, llamó la atención que afirmara: “El equipo de Astrada no lo armó Astrada, algunas cuestiones fueron inquietudes mías”, y ejemplificó: “Lo de Aguilar lo vimos nosotros y después mandamos al cuerpo técnico a ver al jugador”. En relación con la negativa al pedido de la oposición para adelantar las elecciones señaló: “Hay algún nivel de mezquindad en el planteo, si la pelota de Capurro hubiera pegado en el palo y entrado, en esa jugada que fue ‛magestial’ (recontrasic), quizás estaríamos diciendo que las elecciones tendrían que ser en septiembre”. Las conclusiones quedan a cargo de la afición.