viernes, junio 03, 2011

Operativo clamor


Ya está en marcha la movida "Marito eterno". No importan las razones -aunque resulte fácil intuirlas- por las cuales un entrenador sin trayectoria en primera, y sin espalda para enfrentar a la logia veterana que maneja el plantel, tiene que hacerse cargo del trabajo sucio que los dirigentes no se animan a liderar. Lo importante es instalar la idea de que es el indicado para llevar adelante el "proyecto" que intenta emular -y muchos ya envidian- a las instituciones modelo del fútbol argentino. En eso están compenetrados todos. El presidente, ratificando la confianza a cada rato; el impresentable vice, haciendo campaña por los medios; y el chupalerche primero, taladrándole el cerebro a oyentes y lectores con su apoyo a ultranza de la flamante etapa.

Curiosidades de la falsa pertenencia. Al comparar el discurso de los dos últimos surge una sugestiva coincidencia que lleva a pensar en dos alternativas posibles; o se juntaron a planificar estrategias o uno copia, con premeditación y alevosía, el chamuyo del otro. Más allá de cuestiones aleatorias, sería bueno saber ¿por qué el jefe de deportes del pasquinejo vernáculo se juega tan abiertamente a favor de esta gestión? Nunca una crítica, ni siquiera tangencial; nunca un análisis cuestionador; nunca una mirada profunda a los abismos del fracaso sucesivo. Lanzar todos los dardos hacia los ocasionales protagonistas es cortar el hilo por lo más delgado. Argumento simplón, dirigido intencionalmente a desviar las verdaderas responsabilidades.

Repasando el pasado reciente, un caso emblemático, que generó un escándalo de proporciones, hace pie en la memoria. Parodista porteño, estrella en canal de cable ex apropiador de goles, cobraba una suculenta suma mensual de uno de los grandes -hoy en promoción- en concepto de "asesoramiento institucional" por defender ante cámara a una administración corrupta, finalmente premiada por el don. ¿Cualquier parecido con la realidad doméstica será pura coincidencia? ¿Qué grado de credibilidad puede tener un personaje que, cada vez que abre la boca o escribe una línea, parece más un empleado de la entidad que un digno representante del oficio? Determinadas prácticas no despiertan sospechas, sencillamente abonan la certeza.